Fue un infierno

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LA NOCHE MÁS TRISTE”, libro de Esteban Illades (Grijalbo), describe lo que consta o se ha dicho de los estudiantes de Ayotzinapa, de la pudrición en ciertos mandos policiacos, la ineptitud y colusión de algunas autoridades y la indefensión social frente al crimen organizado.

Su lectura nos obliga a luchar contra el inframundo de hoy. Cuando las tragedias de otros —sean quienes fueren— nos hieren el alma y nos impulsan a procurarles socorro y a exigir justicia vivimos conforme a nuestra naturaleza y somos verdaderamente humanos.

Primero daré mi testimonio sobre la muerte del legendario Genaro Vázquez. El libro dice en su página 34: …a su escape de la cárcel de Iguala se convertiría en guerrillero y moriría en 1972 en un accidente carretero que al día de hoy levanta sospechas.

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Pues días antes de ese “accidente” me entrevisté con un agente policiaco para conocer el avance de una investigación. El informe duró dos minutos y me dijo: “disculpe la brevedad abogado, pero estamos interrogando a Genaro Vázquez”.

Esa tarde leí la nota de ocho columnas en un diario capitalino: “Me considero viuda: la esposa de Genaro Vázquez”.

A poco supimos del accidente, y un respetado médico michoacano que participó en la necropsia, Rafael Morelos Valdés, comentaba que en el cuerpo del guerrillero no había escoriaciones ni golpes contusos, comunes en esos percances, sino una pequeña pero profunda perforación en la frente, producida por un instrumento punzante.

De las dos mujeres que se dijo lo acompañaban y sobrevivieron, nada se volvió a saber. A ese guerrillero lo asesinó la policía, punto. Nadie podrá desmentirme.

Comentarios finales: la investigación sobre lo sucedido durante noches y días en pueblos, sierras, cañadas, basureros, ríos, hospitales, escuelas y comandancias de policía, naturalmente contendrá afirmaciones cuestionables. Más aún si hay testimonios a veces confusos, contradictorios o francamente mentirosos.

Por ejemplo: carece de sustento que el ex alcalde Abarca deba ser juzgado por el delito de “desaparición forzada” en agravio de los estudiantes, páginas 120-121. No hay indicio o prueba alguna que lo vincule con tal ilícito. Él y su mujer están en prisión porque así se engaña y halaga a “la opinión pública”; nada tienen que ver sus procesos con la noche más triste de Iguala.

La página 95 recuerda que a unas horas de lo sucedido, los familiares de los normalistas, acompañados por agentes de la Fiscalía y de Derechos Humanos, entraron al cuartel del 27 Batallón de Infantería en Iguala en busca de los jóvenes, y a ninguno encontraron.

De gran importancia es, también, la entrevista que hizo el autor —página 104 y siguientes— al doctor John DeHann, catedrático universitario de California, experto en química forense, con especialización en fuego y explosiones. Científicamente desmiente a charlatanes y da la razón a la PGR en lo relativo a la capacidad de incineración de la pira en el basurero de Cocula.

Fue un infierno difícil de narrar y creer, imposible de olvidar.


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