Expresidentes incómodos del PAN

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Algo sucede en el PAN, pues sus expresidentes nacionales –con una notable excepción– se han convertido en centro de polémicas o se encuentran alejados del Partido. Decimos que algo sucede, pues no es posible que el Partido, en contraste con el discurso oficial que sostenían hace poco, desaproveche la experiencia de tales militantes y prefiera tenerlos en la congeladora o lejanos de la institución, en momentos en que el blanquiazul atraviesa por uno de sus malos momentos.

Lejanía

Si se revisa la lista de expresidentes vivos del Partido, se encontrará con la sorpresa de que la mayoría se encuentran alejados de la institución que presidieron. A este detalle, hay que agregar el hecho de que algunos de los dirigentes nacionales renunciaron a la militancia, como fue el caso de José González Torres, Pablo Emilio Madero o Carlos Castillo Peraza. Se podía preguntar, parafraseando aquel comentario de antaño: “qué caras habrán visto para alejarse”.

Pero es una realidad que, con la excepción de Luis Felipe Bravo Mena, los demás presidentes del Partido que aún viven se encuentran lejanos de la institución que presidieron en alguna época.

Si bien el caso de Luis H. Álvarez se entiende por su edad, no sucede lo mismo con los demás, lo que muestra el grado de división que vive en estos tiempos el panismo. Así, Felipe Calderón se ha visto enfrentado con la anterior dirigencia y marginado de los órganos de deliberación, por más que se le guarde el respeto por ser no sólo expresidente del Partido, sino también de la República.

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El caso de Bravo Mena, dijimos, es excepcional porque es el único expresidente que continua laborando en el Partido, ahora en una responsabilidad como es la lucha anticorrupción al interior del PAN.

Manuel Espino Barrientos fue expulsado del Partido, luego de su enfrentamiento con el calderonismo, sin posibilidades de volver. Gracias a esto, Espino buscó cabida en otros institutos políticos y ahora es diputado federal en la bancada de Movimiento Ciudadano, realizando de vez en cuando fuertes cuestionamientos en contra del Partido que alguna ocasión encabezó.

Germán Martínez Cázares se encuentra de lleno en el trabajo en su despacho, rechazando incluso las versiones que lo ubicaban, al triunfo de Ricardo Anaya, de vuelta en la dirección de la Fundación Preciado, pues –argumentó en ese momento– estaba más interesado en mantener su despacho que en regresar a la “grilla” partidista con todo lo que eso conlleva.

César Nava Vázquez, después de su paso por la presidencia del Partido –que involucró un escándalo por la compra de un departamento y su relación con la cantante Patricia Sirvent, mejor conocida como Patilú–, desapareció de la escena política para dedicarse a actividades privadas, llevando consigo los cuestionamientos por su paso en Pemex y otras instancias de gobierno.

Por su parte, Gustavo Madero ahora es la nueva víctima de esta especie de maldición, pues se encuentra aislado en la Cámara de Diputados, pese a ser mencionado como posible candidato en 2018 o, al menos, a gobernador en su natal Chihuahua. En este caso, se ha visto la forma en que ha sido marginado el exdirigente nacional, a quien –además– le han cargado el tema de la selección como candidata panista en Sinaloa de Lucero Guadalupe Sánchez López, presuntamente vinculada con Joaquín Guzmán Loera, el famoso Chapo.

Al menos en teoría, los expresidentes del Partido son vistos como un activo valioso para el PAN, razón por la cual se les ha incluido en varias instancias deliberativas, como el Consejo Nacional, para que aporten su experiencia en la toma de decisiones, así como se ha establecido que su consejo es importante para el Comité Ejecutivo Nacional, aunque en la práctica se les mantiene –consciente o inconscientemente– alejados del centro de toma de decisiones del Partido.

No obstante lo anterior, a las reuniones estratégicas del Partido poco asisten, si lo llegan a hacer, además de que no hay puentes entre el actual dirigente y sus antecesores, a excepción de Bravo Mena y, en menor medida, de Martínez Cázares, pues este último apoyó la candidatura de Anaya, pero sin aceptar regresar a alguna posición en la estructura del Partido.

En resumen, como expresión de que no vive uno de sus mejores momentos, el PAN demuestra con la lejanía o abandono a sus exdirigentes que la experiencia y los conocimientos de quienes estuvieron en puestos de responsabilidad, no es algo que interese a los ahora encargados, como ha venido sucediendo desde que la onda grupera se apoderó del Partido azul.

Migajas

El PAN en Hidalgo busca postular como candidato a la gubernatura a Francisco Javier Berganza, de malos recuerdos en terrenos azules, como recuerda Enrique Aranda en su columna, pues no hay muchos militantes de los que echar mano para la próxima campaña. Así de mal está el azul en aquellos lares.

El tema de la “Chapodiputada” continuará para mala fortuna de Gustavo Madero como de Ricardo Anaya, señala en su columna José Ureña, además de que falta que se dé a conocer el informe de Federico Döring, comisionado para atender el asunto en Sinaloa.

 


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