Era Trump: Seguir la pista del petróleo

Durante su campaña presidencial, Donald Trump se comprometió con ejecutivos de empresas petroleras estadounidenses a revertir numerosas regulaciones ambientales y políticas climáticas implementadas por administraciones anteriores. En reuniones privadas, solicitó a estos líderes recaudar hasta 1.000 millones de dólares para su campaña, argumentando que dicha inversión sería beneficiosa debido a las reducciones en impuestos y regulaciones que planeaba implementar en favor de la industria petrolera.

Tras asumir la presidencia, Trump ha cumplido varias de estas promesas. Ha firmado órdenes ejecutivas para retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París y ha declarado una «emergencia energética nacional» con el objetivo de aumentar la producción de combustibles fósiles. Estas acciones incluyen la promoción de la perforación en áreas protegidas de Alaska y la eliminación de restricciones al fracking.

Estas decisiones han generado críticas por parte de grupos ambientalistas y de la comunidad internacional, quienes advierten sobre los posibles impactos negativos en los esfuerzos globales para combatir el cambio climático.

Este tema es relevante porque una de las motivaciones de Trump en su segundo mandato es impulsar la producción petrolera de su país, en algo que se debe revisar siguiendo la recomendación periodística de «seguir el dinero» para encontrar que hay detrás de una historia, sólo que en este caso hay que seguir la pista del petróleo.

-Publicidad-

El motor del trumpismo

El artículo «El oráculo del petróleo y la agenda exterior de Trump», publicado en Letras Libres el 21 de enero de 2025, analiza cómo el petróleo ha sido y continúa siendo un elemento central en la política exterior de Donald Trump. El autor, Ignacio Montes de Oca, destaca que, aunque las directrices específicas de la política exterior de Trump pueden parecer inciertas, el petróleo actúa como un factor determinante en sus decisiones.

Un punto clave mencionado es la reunión que Trump sostuvo el 10 de mayo de 2024 en su residencia de Mar-a-Lago con ejecutivos de importantes empresas petroleras estadounidenses, incluyendo Chevron, Venture Global, Cheniere Energy y Exxon. Durante este encuentro, Trump buscó apoyo financiero para su campaña y prometió, entre otras cosas, ampliar las exportaciones de gas natural y eliminar restricciones ambientales impuestas por la administración anterior, especialmente en áreas protegidas de Alaska y en el uso de motores de combustión interna. Posteriormente, en un almuerzo organizado por Continental Resources en Houston el 20 de mayo, reiteró su intención de relajar regulaciones ambientales, con el objetivo de recaudar mil millones de dólares de la industria petrolera. Trump argumentó que estos fondos compensarían los 370 mil millones de dólares en subsidios otorgados previamente debido a las restricciones ambientales.

Tras su elección, Trump ha comenzado a cumplir estas promesas. Una de sus primeras acciones fue declarar una «emergencia energética nacional», con la intención de aumentar la producción de petróleo y gas en Estados Unidos. Esta medida busca reducir los precios de la energía para los consumidores y fortalecer la posición de Estados Unidos en el mercado energético global. Además, ha anunciado la imposición de aranceles del 25% a las importaciones provenientes de Canadá y México, una decisión que tiene implicaciones significativas para el comercio petrolero, dado que ambos países son importantes socios comerciales en este sector.

En cuanto a las relaciones con Canadá y México, Estados Unidos, aunque es el mayor productor mundial de petróleo, también depende de importaciones de crudo. Según la Administración de Información Energética de Estados Unidos, en 2024 el país produjo 13.2 millones de barriles diarios, exportó 10.15 millones e importó 8.51 millones, resultando en un saldo positivo de 1.64 millones de barriles diarios. Canadá es el principal proveedor de crudo para Estados Unidos, representando el 62% de las importaciones, mientras que México aporta el 10%. La imposición de aranceles podría encarecer estas importaciones, afectando tanto a los consumidores estadounidenses como a las economías de Canadá y México.

En el ámbito internacional, Trump ha expresado su intención de reducir la dependencia de Estados Unidos del petróleo extranjero y aumentar las exportaciones de energía. Esto incluye la promoción de proyectos de infraestructura energética y la búsqueda de nuevos mercados para el petróleo y gas estadounidenses. Sin embargo, estas políticas también pueden generar tensiones con otros países productores de petróleo y afectar las dinámicas del mercado energético global.

En resumen, el petróleo continúa siendo un eje central en la política exterior de Donald Trump. Sus acciones y decisiones en este ámbito buscan fortalecer la posición de Estados Unidos como líder energético global, aunque también conllevan desafíos y posibles repercusiones en las relaciones internacionales y en el mercado energético mundial.

Puede leer el texto original en este enlace.


There is no ads to display, Please add some

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí