El PAN y sus candidatos llegados del PRI

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Y ahora ¿qué hacemos? Ya no está el arregla-todo, el famoso Chapulín Colorado. Pero hablemos en serio. Algo se puede hacer, aquí lo sugiero.

Es mayo, ya son candidatos, y no se van a remover o sustituir; fueron designados directamente por el poder en el PAN, ninguno electo por la militancia. Los candidatos llegados del PRI provocaron grandes y justificados reclamos de esa militancia, así como señalamientos y hasta burlas de analistas políticos, adversarios y ciudadanos de la calle. Por todas partes le llovió al PAN.

La obsesión de ganar elecciones, sin importar con quienes, se vuelve a presentar. De nuevo las lecciones de gobiernos supuestamente panistas, pero encabezados por un priismo de antaño, no se aprendieron. Efectivamente, algunos de esos candidatos pueden ganar su elección, bajo la bandera del PAN. ¿Qué pasará después?

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Primero, no todos los candidatos llegados del PRI son novedad en el panismo, algunos ya tienen rato de haberse incorporado al partido azul. Pero para saber si en realidad son panistas hay que hacer recuento de su trayectoria en el panismo. Hay que revisar su conducta, discurso y participación ante los principios doctrinales del PAN. No basta ni en el PAN ni ninguna otra organización humana, que se diga “ahora soy de los suyos”, hay que demostrarlo, pero de verdad.

¿Hizo la cúpula panista este examen para decidir candidaturas? Si lo hubo no aparece por ninguna parte, como tampoco se han visto declaraciones de confianza al respecto, sólo frases propias de campaña de que “vamos a ganar” con fulano o zutano. Claro que en periodo de precampaña y de campaña, se dirá que con ellos el PAN y la sociedad verán un gobierno panista, pero… está por verse.

Y como en otras ocasiones, la cúpula panista ha cobijado a priistas renegados al no haber alcanzado la candidatura en el PRI, relegando a panistas meritorios. ¿Qué garantía hay de que gobernarían según la doctrina panista? Absolutamente ninguna hasta ahora, sobre todo si al candidato electo se le da carta blanca para integrar su gabinete y su programa de gobierno, en donde el PAN no pueda decir nada.

¿Qué se puede hacer ahora, en pleno proceso electoral y con algunas posibilidades de triunfo? Obligar a los candidatos, pública y formalmente a integrar sus gobiernos con panistas y personas de probada calidad moral, no con sus amigos del PRI. También obligarlos a formalizar programas de gobierno ajustados a las plataformas y doctrina panistas y respetar las promesas de campaña. No menos.

Si no hay un compromiso previo, ahora, en plena campaña, difícilmente se podrá hacer después. Y aun así no hay garantía de que los acuerdos se cumplirán durante todo el periodo de gobierno. La costumbre es cambiar de colaboradores y programas conforme avanza un trienio y sobre todo un sexenio de gobierno, así que ¡cuidado!

Desgraciadamente en casos anteriores, esta cúpula panista ha ofrecido a los candidatos externos, que tendrían esa carta blanca para gobernar como mejor les pareciera. La fallida Señora Wallace hasta lo presumió, que ganando gobernaría como mejor le pareciera. No puede ser así.

Para que se tenga alguna confianza de que ganando la elección, los candidatos llegados al PAN desde el PRI gobernarán como panistas y con panistas, se requieren compromisos públicos, por escrito, y con cláusulas de castigo por falta a la palabra dada ¿cómo? habría que verlo, pero se ´puede. El riesgo de que vuelva a pasar lo que ya pasó, que sus gobiernos se olviden de Acción Nacional es alto, habrá que, al menos, disminuirlo.


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