El Nobel de María Corina

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La decisión del comité noruego fue telúrica, señal que dio en el blanco.

Por un lado resistió las notorias presiones de potencias militares y poderosos intereses geopolíticos.

 Por el otro optó por reivindicar la lucha social y pacífica por la libertad y la democracia en una atroz dictadura que ha expulsado a más la quinta parte de su población, justo cuando las autocracias populistas se han diseminado como hongos por todo el mundo.

La valentía y audacia de quienes otorgaron el preciado reconocimiento compaginan muy bien con las de la premiada.

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María Corina Machado ha resistido por muchos años el hostigamiento, la persecución y la represión del régimen chavista; nadie le obsequió su liderazgo, ella lo fue forjando con visión, tesón, inteligencia, franqueza y generosidad en un contexto difícil, dada la atomización y reiterada mezquindad y sectarismo de la oposición venezolana, a la que, no obstante, pudo unificar, atrayendo además a muchos ciudadanos y sectores sociales.

La candidatura opositora en la última elección se iba a decidir en elecciones primarias, mismas que se realizaron de acuerdo a lo programado.

María Corina arrasó en el ejercicio, pero la tiranía no la dejó competir, impidiéndoselo con una resolución de la Corte Suprema, controlada por el oficialismo.

Propuso que la sustituyera su suplente en la fórmula y tampoco lo permitieron.

Entonces revisaron los perfiles registrados y acordaron respaldar al diplomático Edmundo González.

 La líder de la resistencia tiene tal autoridad política y moral que logró trasladar la fuerza y el respaldo que ella había concitado al nuevo candidato.

Ante el agraviante veto a su persona y a su entorno, tuvo el desprendimiento y la estatura de miras para cerrar filas con quien sí iba a estar en la boleta y se comprometía al cambio democrático.

Jugando de visitante y teniendo el campo de juego inclinado de manera pronunciada en su contra; enfrentando al Presidente en una elección de Estado, con la inequidad brutal en recursos y acceso a medios de comunicación, derrotaron en las urnas al chavismo.

El oficialismo no pudo mostrar una sola acta que acreditara su supuesto triunfo y, en cambio, la oposición política y social se organizó para conseguir la gran mayoría que acreditaron la victoria de Edmundo González.

Organismos y medios de comunicación prestigiados pudieron validar la autenticidad de los documentos electorales presentados, despejando cualquier duda sobre el triunfo opositor.

El mundo fue testigo del más grotesco fraude electoral, en donde las autoridades electorales y la Corte, ambos integrados por empleados del dictador, decretaron el resultado sin mostrar una sola prueba, sin desglosar siquiera la votación por casillas y sin dar a conocer las actas que aseguraron haber revisado.

Fue un grosero golpe de Estado y el principal golpista se llama Nicolás Maduro.

El premio no se lo dieron a María Corina por su ideología, la cual ha puesto en segundo plano para facilitar la más amplia unidad.

La disyuntiva que plantea su lucha no es izquierda o derecha, sino democracia o dictadura; la misma que hoy existe en muchas otros países, incluyendo el nuestro.

Por eso no sorprende que, tras la descortesía presidencial de no felicitar a María Corina por la distinción, desde el obradorato se lanzara una campaña de calumnias contra la líder galardonada. Parece broma, pero quienes le entregaron 55 capos mexicanos a Estados Unidos sin juicio de extradición reprendieron a la venezolana por procurar el respaldo de Trump.

Es falso que haya pedido una intervención militar en Venezuela, lo ha negado explícitamente, pero sería absurdo que no apelara a la comunidad internacional para concitar apoyos contra el régimen despótico que oprime a su pueblo y es respaldado por Rusia, Irán, Cuba, Nicaragua y México, el cual, por cierto, cada vez se parece más a sus aliados: sin división de poderes, ni contrapesos, ni autoridades electorales autónomas.

Hay un dilema moral ineludible: ¿se está con la dictadura que asesina, tortura, encarcela, desaparece y a diario viola derechos humanos o con quienes la enfrentan pacíficamente?

Celebro que hayan puesto al Premio Nobel de la Paz en el lugar correcto.


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