Nada fácil será para nuestras futuras generaciones siquiera imaginar lo que ahora sucede en México. Les parecerá verdaderamente inverosímil el grado de ceguera, sometimiento y claudicación de tantos frente a tan pocos. Concluirán que esta época tuvo un alto grado de depravación social. Miles de hechos lo demuestran. Menciono sólo cuatro:
1) Un “loco hermoso” (así lo bautizó su esposa) canceló por sí y ante sí la avanzada construcción de un aeropuerto de la más alta calidad y capacidad. Causó un quebranto inconmensurable para la nación y dejó saturado peligrosamente y por muchos años el servicio aeronáutico en la zona metropolitana de la capital del país; y 130 millones de mexicanos no fueron capaces de impedir ese atraco.
2) Un “loco hermoso” dijo que sacó de la pobreza a 13 millones de mexicanos (mediante dádivas personalizadas y electoreras, y un acuerdo con los patrones para subir los salarios) pero no rindió cuentas por despilfarrar los ahorros públicos acumulados durante décadas, ni por endeudar al país en más de 7 billones de pesos (como nadie jamás en la historia de México) ni por dejar la economía nacional con 0 crecimiento; y 130 millones de mexicanos no fueron capaces de impedir este atraco.
3) Un “loco hermoso” juró solemnemente respetar al Poder Judicial y no interferir en sus decisiones, pero durante seis años lo difamó, se inmiscuyó en sus resoluciones (como cínicamente lo confesó) y lo destruyó a través de su sirvienta que “gobierna con humildad”.
4) Un “loco hermoso” nos enjaretó jueces salidos de tómbolas y acordeones, sin calificaciones exigidas por la Constitución y multados por violar la ley. A esa pudrición se le apoda: “El Poder Judicial del Bienestar”; y 130 millones de mexicanos no fueron capaces de impedir ese atraco.
La lista de crímenes proditorios es enorme. Van otros ejemplos:
EL ostentoso y pestilente enriquecimiento ilícito de viles cuatreros envueltos en “austeridad republicana”; la cancelación del SEGURO POPULAR que dejó sin medicinas ni servicios de salud a 44 millones de mexicanos; los abrazos y negocios del gobierno con los delincuentes más sanguinarios; el asalto al Poder Legislativo, cooptando a funcionarios electorales y pisando las colas de notables pillos de la política; y ahora: el control total de los futuros procesos electorales; y 130 millones de mexicanos no fueron capaces de impedir esos atracos.
Por fortuna, todo tiene un límite: diario se escuchan más y más fuertes voces valientes. No busquemos a “un extraño enemigo”, los peores agresores están aquí. Surgirán líderes honestos que con la fuerza ciudadana mandarán de puntitas al Loco Mafioso y a su cofradía al famoso rancho La Chingada.
Evitemos el deshonor de que un día el Himno Nacional proclame que el cielo a la patria un castrado en cada hijo le dio.
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