Inicio Plumas El agua es del pueblo, no del tratado

El agua es del pueblo, no del tratado

0

Las lluvias de este año trajeron un respiro a Chihuahua. Fueron abundantes, generosas en apariencia, pero eso no significa que el problema del agua esté resuelto. Sería ingenuo pensarlo. Las secuelas de varios años de sequía siguen presentes: la presa La Boquilla —la más grande del estado, con capacidad de casi tres mil millones de metros cúbicos— apenas ronda el 30 % de llenado. Los mantos acuíferos continúan abatidos, los bosques dañados por la falta de humedad y los incendios, y las comunidades rurales siguen enfrentando dificultades para garantizar el abasto.

La crisis hídrica no empezó ayer, pero cada año se agrava más. Y cada año también se decide ignorarla desde el centro del país.

El gobierno federal propone reducir otra vez el presupuesto para el agua en 2026: de 37 mil a 36 mil millones de pesos en una línea presupuestaria descendente de hace años. 

Conagua, mientras tanto, sigue sin recursos suficientes, con oficinas desmanteladas y sin capacidad para atender la emergencia que vivimos los estados del norte, donde la sequía, la sobreexplotación y la falta de planeación ya amenazan la seguridad hídrica y alimentaria.

Esto no se resuelve con discursos ni con buenas intenciones. El derecho al agua exige inversiones reales, del orden de 350 mil millones de pesos, como han señalado organismos nacionales e internacionales. Pero en lugar de avanzar hacia esa meta, seguimos viendo recortes, indiferencia y abandono.

En medio de esa precariedad, Chihuahua debe cumplir con la entrega de agua a Estados Unidos bajo el Tratado de 1944. Un compromiso que, aunque en su momento fue útil, hoy nos exige más de lo que podemos dar. El tratado beneficia a la nación, pero la carga recae por completo sobre nuestro estado. Lo que está en juego no es una cifra: es el futuro de miles de familias, su consumo doméstico, sus cultivos y su ganado.

El próximo 24 de octubre vence nuevamente el plazo para cumplir con esa entrega. Hacerlo sin considerar las condiciones actuales significaría dejar sin agua a comunidades rurales, productores y zonas agrícolas que ya viven al límite. No se trata de negarse al diálogo ni de desentenderse de un compromiso internacional, sino de hablar con la verdad: el agua ya no alcanza, y entregar lo que no existe sería un acto de irresponsabilidad nacional.

Durante años, Chihuahua ha sido el estado que aporta y, paradójicamente, el que más padece. Mientras el agua que llega del norte estadounidense se reparte entre Baja California y Sonora, la que entregamos nosotros vacía nuestras presas y deja en riesgo a nuestra gente.

La Boquilla apenas supera el 35 % de su capacidad, y el río Conchos, que alimenta el Bravo, está agotado por dos años consecutivos de sequía. Pretender cumplir el tratado en estas condiciones es cerrar los ojos ante la realidad del territorio.

Aquí el problema tiene rostro humano. No es una fórmula en papel ni un asunto técnico. Son familias que abren la llave y no sale agua. Productores que pierden su cosecha. Niñas y niños que crecen sin servicios básicos porque el agua se ha convertido en un lujo. Y mientras tanto, desde los escritorios del centro del país se decide sin mirar lo que ocurre en el norte.

Cada año se repite la historia: el centro ordena, el norte paga. Como si nuestras voces no contaran. Como si nuestras necesidades fueran un asunto menor. Como si el agua no nos perteneciera.

Quiero decirlo sin rodeos: el agua es del pueblo. De quienes la cuidan, de quienes viven junto a ella, de quienes dependen de su existencia para sobrevivir. Mucho antes de que existieran las instituciones federales, fueron las comunidades las que aprendieron a distribuir y cuidar el recurso.

Defender el agua no es un privilegio: es un derecho. Lo que exigimos no es un trato especial: es justicia territorial. El agua no puede seguir siendo la moneda con la que se pagan compromisos ajenos.

 

Corregir el rumbo

Desde el Senado hemos hecho más que alzar la voz. He presentado una iniciativa para reformar la Ley de Aguas Nacionales, con el fin de que el agua embalsada deje de considerarse automáticamente parte del Tratado de 1944. También propuse fortalecer la coordinación entre CILA, Semarnat, Conagua y los gobiernos estatales, y activar la cláusula de fuerza mayor cuando la sequía lo justifique.

Estas medidas no son radicales. Son sensatas, legales y necesarias. No podemos seguir administrando la crisis desde la inercia burocrática. Se requiere acción, visión de futuro y voluntad política.

He pedido la instalación de mesas de trabajo entre los estados fronterizos y el gobierno federal para revisar la disponibilidad real del agua. Ya basta de decisiones unilaterales desde el centro. Además, es indispensable que las presas sean consideradas infraestructura estratégica para la seguridad nacional. No se puede permitir que un recurso vital quede sujeto a la incertidumbre o al cálculo político.

 

El agua como soberanía

Chihuahua no evade su responsabilidad, pero sí exige justicia. El tratado debe revisarse, actualizarse y, si las condiciones lo ameritan, replantearse. No podemos seguir sacrificando a los mismos mientras se reparten los beneficios en otro lado.

Cumplir sin condiciones claras pondría en riesgo la estabilidad social de nuestras comunidades rurales.

¿Dónde queda el federalismo cuando las decisiones se imponen sin diálogo? ¿Dónde está la protección del Estado mexicano hacia su propia gente?

 

Chihuahua tiene voz

Lo hemos dicho antes y lo repetiremos cuantas veces sea necesario: el agua no es un número, es vida. Y hoy esa vida está en riesgo.

El norte tiene voz, tiene memoria y tiene dignidad. Aquí no vamos a quedarnos callados mientras se vacían nuestras presas para cumplir compromisos externos. Aquí vamos a defender el agua, porque al hacerlo, defendemos la soberanía, la justicia y la vida misma.

El autor es senador de la República y presidente de la Comisión de Desarrollo Municipal

@MarioVzqzR


There is no ads to display, Please add some

SIN COMENTARIOS

Deja un comentarioCancelar respuesta

Salir de la versión móvil