Aquí estamos de nuevo, amigos, en el teatro de lo absurdo que caracterizan nuestras benditas tierras. La presidenta Sheinbaum, en su último show de “Ver para creer”, ha declarado que las protestas de los productores de maíz son de cartón, que no tienen nada de legítimas y que, claro, son solo un juego de intereses políticos. ¿A poco no es un buen giro de la trama? ¡Pido a gritos unas palomitas!
Ahora, lo que llama la atención es que mientras la jefa del Ejecutivo señala a los líderes de las protestas como títeres de partidos contrarios, nos recuerda a un famoso dicho que cabe como anillo al dedo: “En casa de herrero, cuchillo de palo”. Porque, amigos lectores, no hace tanto que vimos a adalides del mismo partido en el escenario, brincando en protestas de deudores bancarios, encabezados por el ahora diputado Alfonso Ramírez Cuéllar. ¿Acaso la memoria de los políticos dura menos que la de un pez beta?
Así que sí, mientras la presidenta califica las movilizaciones de maiceros como un “complot desafortunado”, uno no puede evitar preguntarse si estos señores y señoras de la política están usando el mismo libreto que tanto critican. Eso sí, siempre con el impecable arte del “cochino doble discurso”. Las protestas, amigos, son difíciles de manejar en tiempos donde el maíz, ese alimento básico, no solo está en nuestras tortillas, sino también en el corazón de muchas familias mexicanas que se ven afectadas por precios que dan ganas de llorar.
Y es que no hay que ser un genio para ver que detrás de muchas de estas reacciones hay un factor que no se puede ignorar: la política. En lugar de ver realmente qué está clamando la población, prefieren apuntar con el dedo y hacer caras de “¡no, yo no fui!”. La realidad es que, de un lado y del otro, los sonados liderazgos son herramientas para mover la balanza a su favor. Un día son los deudores, al siguiente son los agricultores, y pasado mañana quién sabe. ¿Te imaginas un reality show político? ¡Sería un éxito!
La falta de credibilidad es un caldo de cultivo perfecto para el cinismo, y eso lo saben bien los políticos. La gente en las carreteras no solo está luchando por su maíz, sino también por su dignidad, que ha sido triturada por años de promesas vacías. No se trata de desprestigiar la defensa de intereses legítimos, pero, caray, si lo que nos estás diciendo es que el petate ya no lo mueves tú, pues nos deja un sabor a disimulo que ni el mejor taco de salsa podría enmascarar.
Así que a seguir bien atentos, mis queridos lectores. En este circo llamado política, den por seguro que el show apenas comienza y las verdaderas razones detrás de las protestas aún no han salido a flote. ¿Intereses políticos? Puede. ¿Legítimas preocupaciones? Sí, también. ¿Políticos haciendo teatro? Sin duda. Y así, una vez más, aquí estamos, con palomitas y risas, dispuestos a ver qué nueva movida nos traen en esta tragicomedia que es la vida política mexicana.



























