¡Órale, carnales! Aquí en «DeVotos y otros políticos Nonsanctos», donde la toga se nos cae de risa, les traigo el chisme judicial que tiene a Tamaulipas más revuelto que pozole en fiesta. Imagínense: el flamante «nuevo» Poder Judicial, ese que prometía justicia popular y renovación total, y ya nomás con 19 días de haber jurado, ¡pum! Cuatro jueces electos tiran la esponja y renuncian como si el cargo fuera un mal chiste. No cuatro días como decían los rumores, pero casi: Yaritza Atziri Bonilla Molina, Ivonne González Salinas, Anabel Almazán Botello y Javier Coluna Reséndiz (o Colunga, como lo escriben algunos, pa’ que no se pierda el drama). Electos en junio, protestan en agosto, y en septiembre ya dicen «no, gracias, motivos personales». ¿Motivos personales? ¡Ja! Eso huele más a que se toparon con la realidad: presupuestos recortados, amenazas de narcos en la frontera, o quién sabe, quizás les ofrecieron un mejor curro en el privado sin tanto estrés.
La neta, esto es un gol en contra para la reforma judicial que tanto cacareaba el oficialismo. En Tamaulipas, con su historial de jueces comprados y justicia a modo, se supone que la elección popular iba a limpiar la casa. Pero ¿qué pasa cuando los ganadores salen corriendo? El Congreso, ese nido de devotos, aprueba las renuncias por unanimidad –claro, pa’ no armar escándalo– y mete a los suplentes: Alan Fernando Rubio Rodríguez por Ivonne en Nuevo Laredo, Luis Adrián Santamaría Arista por Anabel en Altamira, Cristian Reyes García por Yaritza en El Mante, y Claudia Edith Villasana Vela por Javier en Matamoros. Hasta ajustan la paridad de género con «flexibilidad», como si fuera yoga: de mujer a hombre porque no hay más candidatas. ¡Ay, qué bonito equilibrio!
Pero el sarcasmo no para: ¿y si esto es el principio del fin? Imaginen el 1 de octubre, cuando arranca el nuevo PJ, y más jueces se rajan porque el sueldo no alcanza ni pa’ los balazos. O peor, ¿serán presiones políticas? En un estado donde el narco manda más que la ley, renunciar a cuatro días –o 19– grita inestabilidad. La impartición de justicia ya estaba coja, ahora con estos «nonsanctos» que duran menos que un político en campaña, ¿quién confía? Los pobres sinaloenses –perdón, tamaulipecos– van a seguir esperando sentencias eternas, mientras los devotos en el Congreso aplauden y designan a sus compadres.
En fin, queridos lectores, si el Poder Judicial es esto, mejor que nos juzguen los memes. ¿Renuncias o huida estratégica? Ustedes díganme, pero yo huelo a circo. Nos leemos, sin toga.
There is no ads to display, Please add some