Cuba. ¿Luces en el tunel?

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Por: Julio Faesler

Cuba, hoy reliquia de anhelos y glorias socialistas,  despierta del aislamiento de décadas con vitalidad para emprender una nueva  tanda histórica.

Valientes manifestaciones que estallan en calles y plazas  que, desarmadas, desafían las fuerzas armadas oficiales.  Los jóvenes de hoy, como los que llevaron a los Castros al poder, enfrentan la  tarea de reconstrucción nacional partiendo del desastre socioeconómico y la distorsión política que reciben de la generación de líderes que van de salida.  ¿Para eso usarán los viejos trastos actuales o tendrán la imaginación y valentía de crearse nuevos moldes?

Los inconformes que protestan reciben un caldero hirviente repleto de incongruencias y nostalgias. Las restituciones cívicas y económicas que se piden chocan contra realidades sin asegurar buenos resultados. Si, por el contrario, sus protestas son suprimidas por las fuerzas armadas del Estado asediado, la historia enseña que las inquietudes seguirán y no se apagarán. Las décadas de abusos, torturas y muertes no se borrarán con cárceles o paredones.

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Pero el solo hecho de que hoy, a tantos años de la instauración del sistema comunista, aparezca el reclamo popular como un corcho rebelde puede demostrar que el fenómeno se repite y que poco cambiará. Puede, empero, proceder hacia una transformación suave, como un silogismo clásico,  introduciendo elementos nuevos sin cambios que no se ven.

La evolución de las sociedades no sucede de un momento a otro. El régimen comunista tardó en establecerse, y puede especularse que también tardará en esfumarse como el comunismo soviético ortodoxo tardó en diluirse y desaparecer  Ese regimen empezó en 1945 y duró hasta 1989 con la caída del Muro.  En el caso de Alemania del Este el experimento socialista se extendió desde 1949 hasta 1990, es decir 20 años y sufrió una suerte más definitiva.

El socialismo castrista está vigente desde 1959. Hasta ahora ha guardado sus características esenciales y su consolidación llevaría a negar que el ansia de libertad se haya apagado.

Décadas de educación más las ventajas de servicios gratuitos de toda clase han dejado una mentalidad de crisis que subyace y que no se relaja repentinamente con toda la estructura de servicios que han servido durante 4 décadas. No es fácil que todos los cubanos cambien de inmediato sus parámetros mentales.   

La internacionalización del problema es el arma preferida y Diaz Canet la que buscará. Pronto se encontrará que los apoyos que espera de países hermanos de ideología no será abundante. Confrontarse con los centros hegemónicos de hoy poco añade a sus propias fortunas.

Pero estamos cada vez más enfrentados con el alto pragmatismo que tienen que acreditar los gobiernos de cualquiera convicción ideológica y ese pragmatismo obliga a atender ante todo las necesidades populares que poco quieren enterarse de posicionamientos ideológicos intolerantes. Lo que quieren es la cura a sus sufrimientos cotidianos.

De ahora en adelante la gestión de los gobiernos se juzgará por su habilidad para ofrecer a la población condiciones que favorezcan en todos los órdenes una vida personal y familiar agradable. El monumental fracaso del régimen instalado por Fidel está en no haber logrado ese propósito. La tarea es transformar al sistema socialista cubano un fenómeno que sea un servicio al pueblo. La alternativa es tomar la ruta suicida de insistir en su ya insostenible y fallido proyecto.

El siglo XXI está tan lejos de ser el de las confrontaciones ideológicas que dominaron el XX o el de las conquistas coloniales del siglo XIX.  Los pueblos actuales, intercomunicados como nunca, se rebelan a las imposiciones de estructuras de antes. Sus exigencias irán orillando a los gobiernos a funcionar como proveedores de servicios concretos diarios sostenidos por presupuestos hacendarios más holgados, nutridos por ingresos fiscales mayores y protegidos contra la corrupción y dispendios que son la plaga heredada que persiste. 

La profunda transformación requerida no se hará cambiando de nombres a oficinas gubernamentales como acostumbramos en México. Requerirá un nuevo concepto de gobierno, humanista sin duda pero respetuosa a la dignidad del ciudadano. Tendrá que diseñar nuevas reglas electorales para asegurar una creible representatividad ciudadana.

La crisis de una Cuba que por fin así revienta coincide con la gran crisis mundial de la Democracia.  Será capaz Cuba de realizar lo anterior? Por ahora, estamos en los prolegómenos callejeros. El camino es largo. Hay que mantener la independencia política y la personalidad cultural. No hay antecedentes….

 17 de julio 2021

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