Carlos Manzo: Cuando quieren matar, matan, el problema es otro

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El 21 de agosto de 1983, en el aeropuerto de Manila, quien acaba de llegar en un vuelo anunciado, asesinaron al senador Benigno Aquino (con apodo de Ninoy) cuando estaba con enorme despliegue de protección oficial. Aquino llevaba puesto su chaleco antibalas, y le pegaron un tiro en la cabeza, bajando una escalera, que penetró por la nuca y salió por la barbilla. Nunca y tras investigaciones y estudios en tribunales, se aclaró realmente este asesinato político. Que todo indicaba había sido planeado y ejecutado por el gobierno del dictador Ferdinand Marcos. Asesinaron también a un acompañante, Rolando Galman, y para despistar lo acusaron absurdamente de ser el asesino, cuando testigos aseguraron lo contrario.

Y así asesinaron a Carlos Manzo (“el hombre del sombrero”) en Uruapan, que aunque no traía chaleco antibalas como sí Aquino, los disparos a corta distancia pudieron haber sido hechos a la cabeza. La imagen de Manzo en el piso herido (falleció después) muestran una mano que señala los disparos en un pequeño espacio en medio de la espalda. Y también él estaba bajo presencia y protección oficiales. ¿A qué voy? A que si quieren matar a alguien, sobre todo con maquinaciones asesinas de gobiernos y sus cómplices, lo harán.

En el mundo y en México en particular, muchos políticos en funciones o en campaña, o hasta ya retirados han sido asesinados. A Indira Gandhi la asesinó uno de sus custodios. Moḥamed Anwar al Sadat fue asesinado por un militar en pleno desfile. El asesinato de Luis Donaldo Colosio dejó grandes huecos en las investigaciones, que sólo terminaron con un encarcelado y nada más. Y había la razonable sospecha de que el partido en el poder estaba involucrado, igual sospecha que en el crimen de Carlos Manzo, por colusión entre Morena y la tal delincuencia organizada.

Ya el gobierno federal, como en otros casos, ofreció investigación del homicidio de Manzo, y castigo a los responsables, los “actores intelectuales” claro, el asesino material está muerto, y así ya no puede hablar de quiénes lo enviaron. ¿Qué va a pasar? probablemente cierto tiempo, y nada o casi nada más, para variar; los ciudadanos tenemos esas experiencias.

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Carlos Manzo era un hombre muy valiente que hablaba claro, muy claro y eso era muy molesto, que quieran o no el gobierno estatal y el federal, además de los cárteles delincuenciales. No era realmente una amenaza, sino una voz, un liderazgo moral que decía verdades gravemente incómodas. Su asesinato puede servir para atemorizar otras voces semejantes.

Lo que Carlos Manzo pedía y volvía a pedir no era su protección personal, sabía que si deseaban asesinarlo lo harían, lo que pedía era protección para el pueblo, desprotegido ante la inacción efectiva de los gobiernos, en especial el federal. El gobierno pasado de López Obrador y el sucesorio suyo de Sheinbaum han hecho lo mismo, que es cruzarse de brazos ante los sicariatos de la delincuencia organizada de los grandes cárteles (esos que antes eran de la droga y son ahora del crimen en muchos frentes).

La política reiterada y mantenida por Sheinbaum de “abrazos, no balazos” mantiene a las fuerzas armadas federales inactivas, para el pesar de los propios militares y marinos frustrados, porque muchas veces hasta les prohíben defenderse. El pueblo mexicano está indefenso ante las bandas de sicarios que los atacan, los matan, hieren, desaparecen, se adueñan de sus tierras, los someten, los roban y extorsionan ante la inacción oficial ordenada desde la presidencia de la República y el nulo apoyo a policías locales.

Hay algo muy importante, y es que por más gente que recluten los capos y sus operadores, compren más armas y equipos, el Ejército los supera enormemente. No es que como elucubran algunos desinformados, los narcos están mejor armados, No. Nuestro Ejército (así lo pongo con mayúscula) tiene tropas entrenadas, equipadas, armadas y con todo el parque necesario para las mismas.

Tiene vehículos artillados, muchos blindados (y no “artesanales”), cañones, morteros, helicópteros artillados y aviones de combate. Y en especial estrategia, disciplina, organización, inteligencia militar, satélites, sistemas de comunicación, etc. Es decir que tiene junto con la Marina todo lo necesario para localizar, destruir y acabar con las fuerzas armadas de la delincuencia y sus instalaciones. Y los militares y marinos lo saben, y están muchos frustrados porque no los dejan hacer su tarea de proteger a la población.

No. Carlos Manzo no pedía protección personal, aunque eso era importante por su función de alcalde y su gran liderazgo, lo que pedía no era sólo presencia militar y de Guardia Nacional ¡pedía acción protectora! Militares y guardias estacionados sin que se les ordene (o al menos permita) defender al pueblo no son la respuesta. La acción es el combate. En ciertos casos su presencia ha sido y puede ser inhibidora de acción criminal, aunque no siempre es así, ejemplo Culiacán.

Manzo dijo que si lo desaparecían a él, despertarían a un tigre, el pueblo enfurecido. Y así será, pero ese furor se estrellará, lo más probable como hasta ahora, en la reiterada inacción de un gobierno que dice que no reprime. No, no reprime a los delincuentes o alborotadores callejeros, pero tampoco a los criminales armados o los emisarios que cobran derecho de piso. Hasta ahora, en siete años de gobiernos morenistas la delincuencia se apropia de regiones enteras con absoluta impunidad, por eso de los abrazos, no balazos.

Considero que hay un punto que se debe aclarar de este gobierno, y es la actividad contra la delincuencia de Omar García Harfuch y su gente. Este señor no tiene las armas para enfrentar a los sicarios. Sus acciones de localización de laboratorios y otras instalaciones de los criminales, los decomisos de drogas, armas y equipos y detención de personas debilitan los negocios de los cárteles, pero no a sus bandas de sicarios que los protegen y apoyan contra el pueblo.

México tiene una amenaza de poder extranjero, el de Donald Trump que tantas advertencias ha hecho, de que o México anula a los narcos o lo harán ellos. Y no necesita enviar solados como advierte Sheinbaum de que habría guerra (contra el más poderoso ejército del mundo, sí cómo no). Basta destruir laboratorios y más con misiles enviados desde su territorio, o desde aviones y barcos en aguas internacionales. Limpiar lo que los morenistas no hacen. ¿Ilegal? lo sería, pero acostumbrados por siglos a hacer lo que les pega la gana, bien podrían realizarlo en México, que sólo tendría a su favor protestas diplomáticas.

El país, para su pacificación, necesita urgentemente que se destruya el poder armado de la delincuencia, y sólo se logrará si se ordena y permite a nuestras fuerzas armadas federales nulificarlo. Y que la muerte de Carlos Manzo y otros valientes no queden como historias de valor.

@siredingv

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