Miren, compatriotas, un gran servicio le haríamos a este país bendito si de una vez por todas dejamos de hablar de Gerardo Fernández Noroña. El señor es como ese pariente borracho en la posada: siempre armando bronca, gritando más fuerte que todos para que lo volteen a ver, pero al final del día, ¿qué aporta? Nada más puro show y saliva.
Ahí lo tienen: ataca a periodistas que se atreven a cuestionar su casita de 12 millones en Tepoztlán –que dice que pagó con sus «ingresitos» de YouTube y el Senado–, o su viajecitos en primera clase y aviones privados, mientras predica la austeridad morenista. ¡Ja! La austeridad es para los chairos, ¿no, compa Noroña? Y ni hablemos de sus agarrones con diputados: le da con todo a los de oposición, como Alito Moreno que hasta se fueron a los madrazos en el Senado, pero también a los de su propio bando si no le bailan el agua.
Su vicio por el reflector es peor que adicción al chile: opina de todo, desde la Virgen de Guadalupe hasta Palestina, pasando por viudas de alcaldes asesinados –a las que llama «ambiciosas» y «fascistas» sin empacho alguno–. Hasta la presidenta Sheinbaum tuvo que regañarlo por faltarle al respeto a Grecia Quiroz. Y ahí va él, presumiendo su tarjetita de pensión como si fuera trofeo, mientras la prensa lo planta en conferencias porque ya nadie aguanta sus berrinches.
¿Y qué ha propuesto de veras pa’l país? Pocas iniciativas, y las que hay, puro reglamento interno o moneditas conmemorativas. Nada que resuelva el desmadre real. Es el clásico provocador profesional: insulta, amenaza, victimiza, y luego llora que lo persiguen. Pura energía negativa que nos quita la paz mental.
Hagamos un pacto nacional, carnales: ignórenlo. No retuiteen, no comenten, no le den rating. Como dice el dicho, «al perro que ladra más fuerte, ni caso». Total, sin audiencia, se desinfla solo. México tiene problemas de a madre: inseguridad, economía, salud… ¿Para qué gastar saliva en un tipo que vive del escándalo? Mejor cuidemos nuestra salud mental y pasemos página. ¡Ya estuvo suave de tanto circo noroñista!
































