Introducción: Un cierre de año bajo presión
El dato más reciente publicado por el INEGI revela una realidad compleja para la economía mexicana en la recta final de 2025. Si bien la inflación general anual se ubicó en 3.80% en noviembre, manteniéndose técnicamente dentro del rango objetivo del Banco de México (3% +/- 1%), el repunte mensual de 0.66% enciende luces de alerta sobre la estabilidad de precios a corto plazo. Como analistas, es crucial no quedarse en la cifra general, sino desglosar los componentes que están erosionando el poder adquisitivo de los hogares, especialmente ante la inminente «cuesta de enero».
El factor estacional: El fin de los subsidios eléctricos
El incremento mensual no es fortuito ni generalizado, sino que responde a un evento administrativo cíclico de alto impacto político y social: el fin del subsidio a las tarifas eléctricas de temporada de verano. Este ajuste golpeó severamente al componente no subyacente, que registró un alza mensual del 2.28%.
La electricidad por sí sola tuvo una variación mensual del 20.70%, convirtiéndose en el producto con mayor incidencia en el índice general. Este fenómeno no es nacional, sino focalizado geográficamente. Las ciudades que perdieron el subsidio, como Esperanza, Hermosillo y Huatabampo (Sonora), así como Culiacán (Sinaloa) y Mexicali (Baja California), experimentaron inflaciones mensuales superiores al 3%, muy por encima del promedio nacional.
Nota del Analista: Políticamente, esto resalta la vulnerabilidad de las regiones del norte ante la política de subsidios energéticos. La dependencia de decretos estacionales genera volatilidad en el bolsillo de los ciudadanos, creando una percepción de inestabilidad económica en estas entidades federativas al cierre del año.
La verdadera preocupación: Inflación Subyacente
Más allá del «choque eléctrico», lo que realmente debe inquietar a los tomadores de decisiones es el comportamiento de la inflación subyacente. Este indicador, que elimina los bienes volátiles y refleja mejor las presiones de precios a mediano plazo, se ubicó en 4.43% anual, superando significativamente a la inflación general.
El desglose de este componente muestra una resistencia a la baja en el sector servicios:
Servicios: Aumentaron un 0.39% mensual y mantienen una tasa anual elevada del 4.49%.
Mercancías: Aunque mostraron una ligera disminución mensual (-0.03%), su tasa anual sigue en 4.37%.
Esta persistencia en la inflación de servicios (que incluye vivienda, educación y loncherías) sugiere que las presiones inflacionarias están arraigadas en la estructura de costos de la economía, lo que complica el margen de maniobra para que el Banco de México continúe con recortes agresivos a la tasa de interés.
Ganadores y perdedores en la canasta básica
La dinámica de precios presenta contrastes marcados que afectan de manera desigual a los distintos estratos socioeconómicos. Mientras que algunos productos agropecuarios dieron un respiro, otros básicos se dispararon:
| Alza (Incidencia Negativa) | Baja (Alivio al Bolsillo) |
| Jitomate: +14.34% | Aguacate: -7.28% |
| Chile serrano: +24.76% | Limón: -7.46% |
| Calabacita: +17.05% | Papa: -3.68% |
| Transporte Colectivo: +4.90% | Gasolina: (Estable/Contenida) |
El incremento en el transporte colectivo y en las loncherías (+0.82%) es particularmente regresivo, afectando desproporcionadamente a la clase trabajadora urbana que depende de estos servicios diariamente.
Implicaciones para el consumo mínimo
Un dato que suele pasar desapercibido en los titulares, pero que es vital para el análisis social, es la Canasta de Consumo Mínimo. Este indicador, que monitorea los bienes esenciales para los hogares de menores ingresos, subió un 0.85% mensual y 3.93% anual.
El hecho de que la inflación de la canasta mínima (3.93%) sea superior a la inflación general (3.80%) indica que el costo de vida se está encareciendo más rápido para los pobres que para el promedio nacional. Este diferencial, aunque parece pequeño, tiene implicaciones políticas profundas en términos de desigualdad y percepción de bienestar económico.
Conclusiones y Perspectiva
El reporte del INEGI para noviembre de 2025 nos deja tres lecciones clave para el análisis político-económico:
Moderación engañosa: Aunque la inflación general anual es menor a la de 2024 (3.80% vs 4.55%), la presión subyacente sigue siendo alta. La batalla contra la inflación no está ganada, simplemente ha cambiado de frente: de las mercancías a los servicios.
Regionalización del descontento: El fin de los subsidios eléctricos crea picos inflacionarios localizados que pueden traducirse en malestar social en el norte del país, exigiendo una revisión de las políticas tarifarias de la CFE.
Desafío para 2026: Con una inflación mensual de 0.66%, la inercia para el cierre de año es fuerte. Si no se contienen los precios de los servicios y los alimentos básicos (como el jitomate y el chile), la «cuesta de enero» podría ser más empinada de lo previsto, poniendo presión sobre las revisiones salariales y la política monetaria.
En resumen, la estabilidad macroeconómica se mantiene, pero la microeconomía de los hogares sigue bajo tensión. La narrativa de «control inflacionario» del gobierno se enfrentará a la realidad de los recibos de luz y el costo de los servicios en los próximos meses.






































