“Si nosotros las y los priistas no defendemos las instituciones, nadie lo va a hacer. Si no ponemos orden, si no levantamos la voz con firmeza, el régimen vil y corrupto de Morena seguirá aprovechándose del silencio de las y los mexicanos”.
La declaración de Alejandro «Alito» Moreno Cárdenas, presidente nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI), fue pronunciada el 6 de diciembre de 2025 durante un evento de su partido en la Ciudad de México, en medio de una concentración de militantes priistas que gritaban consignas como «¡Fuera Morena!». En ella, Moreno no solo denuncia al gobierno de Claudia Sheinbaum y Morena como un «régimen vil y corrupto», sino que posiciona al PRI como el último bastión defensor de las instituciones democráticas, en un llamado explícito a la militancia para «poner orden» y romper el «silencio» ante lo que percibe como abusos autoritarios. Esta retórica agresiva —que incluye términos como «narcogobierno» y acusaciones de pactos con el crimen organizado— forma parte de una estrategia más amplia del PRI para revitalizarse ante una crisis existencial, marcada por derrotas electorales y una erosión histórica de su base. Analicemos el contexto, las causas y las posibles implicaciones, basándonos en datos recientes.
El contexto de la crisis: De hegemonía a marginalidad
El PRI, que gobernó México de manera ininterrumpida durante 71 años (1929-2000) y regresó al poder con Enrique Peña Nieto (2012-2018), atraviesa su peor momento desde la alternancia democrática. En las elecciones federales de junio de 2024, el partido obtuvo solo el 15.8% de la votación presidencial (unos 6.4 millones de votos para Xóchitl Gálvez en la coalición opositora), un desplome del 64% respecto a su pico en 2012 (19.3 millones de votos para Peña). En el Congreso, pasó de 211 diputados en 2018 a apenas 70 en 2024, perdiendo posiciones clave en estados como Veracruz, Hidalgo y Durango —bastiones tradicionales— ante el avance de Morena y sus aliados.
Esta caída se acentúa en 2025 con elecciones locales y legislativas intermedias en varios estados (e.g., Durango, Veracruz, Colima), donde el PRI ha perdido terreno adicional. Encuestas de Mitofsky y El Financiero muestran que su intención de voto nacional ronda el 10-12%, por debajo del PAN (18%) y lejos de Morena (55-60%). Factores clave de esta crisis:
– Corrupción y descrédito: Escándalos como la «Casa Blanca» de Peña Nieto y casos de gobernadores priistas (e.g., Javier Duarte en Veracruz) han erosionado la confianza. Un sondeo de Parametría (noviembre 2025) indica que solo el 22% de los mexicanos ve al PRI como «confiable».
– Falta de renovación: Críticas internas por el control de «dinosaurios» como Moreno, quien ha sido acusado de clientelismo y de bloquear candidaturas jóvenes.
– Dominio de Morena: La 4T ha capturado votantes priistas tradicionales con programas sociales, dejando al PRI sin narrativa clara.
En X (Twitter), el hashtag #FueraMorena ha sido impulsado por Moreno con más de 50 posts en los últimos meses, acumulando 1.2 millones de interacciones, pero con un 40% de críticas que lo tildan de «oportunista» o «vendido» por sus alianzas pasadas con Morena en 2021.
El giro agresivo: ¿Estrategia de supervivencia o desesperación?
La cita que destacas no es aislada; es el clímax de una escalada retórica que Moreno ha intensificado desde octubre de 2025, coincidiendo con el arranque de campañas para elecciones estatales de 2026-2027. En posts recientes, lo califica de «narcoestado», «régimen corrupto» y «traidor al pueblo», enfocándose en temas como la inseguridad (e.g., coche bomba en Michoacán), la Ley de Aguas (acusada de «robo al campo») y la designación de la fiscal general (rechazada por el PRI como «sumisión al poder»).
Esta agresividad busca:
– Movilizar la base: Eventos como el del 6 de diciembre reúnen a miles de militantes, recordando las marchas masivas del PRI en los 90s, para contrarrestar la apatía interna.
– Posicionarse como oposición «firme»: Diferenciándose del PAN, al que acusa de «lloriquear» y de debilidad, Moreno promueve una «gran coalición» amplia (incluyendo ciudadanos independientes) para 2027, aunque el PAN rechaza alianzas por desconfianza.
– Aprovechar el descontento: Temas como la violencia (homicidios +4% en 2025) y la economía estancada (crecimiento 0.2%) son munición para atacar a Morena, atrayendo votantes desencantados.
| Indicador | PRI 2018 | PRI 2024 | Tendencia 2025 |
|---|---|---|---|
| Votos presidenciales | 19.3M (23%) | 6.4M (16%) | -10% intención (Mitofsky) |
| Diputados federales | 211 | 70 | Pérdida en 5 estados clave |
| Aprobación partidista | 28% | 12% | Baja a 10% en encuestas recientes |
| Presencia en X (interacciones) | 500K/mes | 1.2M/mes | Aumento por retórica agresiva |
¿Última oportunidad en 2026-2027? Posibles consecuencias
Las elecciones de 2026 (gubernaturas en Durango, Veracruz, etc.) y 2027 (presidenciales) son vistas como un «todo o nada» para el PRI. Si logran al menos 15% nacional, podrían mantener registro y negociar alianzas; de lo contrario, arriesgan la disolución (umbral del 3% en votación). El discurso agresivo podría:
– Beneficios: Ganar visibilidad en un México polarizado (63% percibe inseguridad, INEGI), atrayendo a exmorenos desilusionados. Moreno ya habla de «coalición amplia» pese a rechazos del PAN.
– Riesgos: Aumenta la confrontación, con posibles represalias judiciales (Moreno enfrenta investigaciones por enriquecimiento) o pérdida de moderados. En X, el 35% de replies a sus posts son de burla o acusaciones de hipocresía por el pasado priista. Analistas como Denise Dresser lo ven como «desesperación de un partido zombie», pero podría catalizar una renovación si se traduce en victorias locales.
En resumen, esta ofensiva verbal es un intento del PRI por sobrevivir reinventándose como «defensor de las instituciones» en un panorama donde Morena domina. Refleja no solo la crisis del partido, sino la polarización mexicana: ¿revitalizará al PRI o lo hundirá más? El 2026 será el veredicto.



































