Debatir: lo que vi en la asamblea panista

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El tema que me interesa reflexionar ahora es el del debate interno en Acción Nacional. Al igual que lo comentamos hace tiempo algunos panistas, publiqué en la revista La Nación del PAN una columna con la preocupación de que en el partido ya no se debatía. Pues lo mismo sucedió en la asamblea: no hubo debates. Y me refiero en especial a la asamblea extraordinaria para debatir sobre las reservas a las reformas que se proponen a los Estatutos de Acción Nacional.

Pero comienzo con la asamblea ordinaria, en que se presentaron las candidaturas al Consejo Nacional. ¿Cómo se llevó a cabo la votación? Se nombraron a todos los candidatos, que subieron al estrado, y una vez allí, la conductora de la asamblea preguntó si se votaban a favor o en contra, pero no en lo individual, claro, sino “en paquete”. Las tarjetas de voto fueron todas (las que vi, al menos) eran el SI. Fin del tema, tras las felicitaciones del caso.

Pero lo importante era las reformas propuestas a los Estatutos en la asamblea extraordinaria. Varios panistas acostumbrados a reflexionar sobre el tema (y otros que desviaron el mismo inclusive para referirse a Morena) subieron a presentar reservas sobre la redacción propuesta de cambios. Muchas de ellas presentaban observaciones muy bien sustentadas, pidiendo cambios o eliminación de parte del texto presentado, inclusive explicando que se violaban leyes, como con la propuesta de doble emblema electoral. ¿Y cuáles fueron las respuestas de los asambleístas a la solicitud de votar si se discutían o no las reservas? Veamos.

Para empezar, pude ver que entre los espacios reservados a cada delegación había sillas vacías, así que no había esos votos, esos delegados no estaban ya en sus lugares. Segundo, que había varios grupitos de delegados en amena plática sin poner atención al desarrollo de la asamblea, al grado que en algún momento la conductora pidió silencio.

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Cuando se preguntaba si se ponían las reservas a discusión, prácticamente en su totalidad la votación que ganaba era el NO. Pero también para empezar, observé que muchos de los delegados simplemente no votaban ni por el Si ni por el NO. Pero vi cómo se levantan las tarjetas en ambos sentidos y rápidamente la conductora sin tiempo para contar las pocas tarjetas levantadas (sí, pocas en relación al total de delegados aún presentes), indicaba que prevalecía el NO. No al debate.

Y así fue, la ausencia de debate en el partido se manifestó en toda su triste realidad: muchos delegados no querían discusiones. ¿Por qué lo hacían? No falta quien diga que era por consigna, pero pienso que era por grave desinterés de los delegados, por el NO prevaleciente sobre el SI que se discutieran. Cuando se preguntaba por “abstenciones” nadie levantaba tarjetas. Lo que vi es que las abstenciones de voto simplemente eran de quienes no levantaban ni el SI ni el NO. De esta manera, el esfuerzo de análisis, el debate de estudio de las reformas propuestas que hicieron quienes presentaron las reservas se quedó en sencillo testimonio.

Y no se trata de que si las reservas tenían o no justificación o posible aceptación en parte, simplemente fueron ignoradas por suficientes delegados que votaron por el NO al debate. ¿Qué pensaban tanto quienes querían que las reservas se discutieran como quienes simplemente no querían la discusión? ¿Y qué pensaban los muchos delegados a quienes vi no votar ni por el Si ni el NO? ¿Y los que estaban en sus pláticas sin poner atención la desarrollo de la asamblea?

La costumbre tan importante de debatir en el PAN de hace años se ha quedado en el olvido. ¿Por qué? Muchas posible razones, ninguna de valor. Una asamblea que no debate lo debatible puesto a discusión se convierte en un acto de presencia, escuchar (o platicar), dar por terminado el evento, e irse a casa.

Vuelvo a referirme a mi columna en La Nación sobre la falta de debate en el partido de hace tiempo, pues en ese mismo ejemplar otra colaboradora festinaba que en un año se habían desarrollado ¡DOS! debates en el partido.

Parte del ejercicio de la democracia interna de cualquiera organización que se diga democrática es precisamente el debate, el intercambio de puntos de vista, de reflexiones y de toma de decisiones por consenso. La democracia no se reduce a votar electoralmente, es mucho más que eso. Acción Nacional debe recuperar esta práctica democrática: debatir.

¿Qué sigue respecto a las propuestas de reformas estatutarias y las reservas presentadas? Que será el INE quien decida mucho de lo que debieron decidir, debatir, muchos delegados de la asamblea del sábado 29 de noviembre. Personas ajenas al PAN tomarán decisiones vitales del mismo. Sin duda que algunas reformas propuestas serán rechazadas en todo o en parte en el INE, por sus propios criterios y por las mismas razones que fueron expuestas en la asamblea y a las que no se hizo el menor caso por muchos delegados. Los consejeros del INE sí debatirán lo que muchos panistas con derecho a hacerlo no debatieron.

@siredingv

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