¡Pásele, pásele! ¡Agárrense que aquí viene la historia de 115 años de la Revolución Mexicana! Un evento que prometió acabar con los problemas y que, más bien, parece un mal chiste. ¿Realmente hemos evolucionado como país o nos estamos bajando de la montaña rusa con una jarra de sangre en lugar de un refresco?
Empecemos por lo bueno. La Revolución prometió traer justicia, democracia y un mejor futuro para todos. ¡Ja! Más bien acabamos con una colección de “nuevos” jefes en lugar de los viejos. Desde 1910, hemos tenido presidentes – incluidos algunos que son casi repeticiones de las telenovelas mal escritas de Televisa. “¡A los mexicanos que somos igual de pobres que hace un siglo, no les importa si el presidente es de bigote o de barbita, lo único que queremos es comer sin miedo!” grita el pueblo en un coro que ha perdido la voz de tanto que la ha usado.
Pero sigamos con lo dulce: la democracia. Esta democracia nuestra es como ese amigo que nunca paga en las reuniones y siempre se va con el dinero de la caja: buena en teoría, pero bastante mal en práctica. Las elecciones parecen más una rifa de algo que tienes esperanza de ganar; con un 80% de la gente diciendo «mejor me quedo en casa, que este circo es un mal episodio de Black Mirror».
Y hablemos de seguridad. ¡Ay, la seguridad! Tras 115 años de revolución, pareciera que estamos en una novela de terror en lugar de un país moderno. La libertad de expresión más bien se ha convertido en un juego de escondidas. A menos que seas un político o un «influencer» con millones de seguidores, lo más seguro es que tus opiniones te cuesten el empleo o, peor, te caiga la “muertito”.
¿Y las amenazas a la libertad de expresión? Te cuento que hay más riesgo de hablar en voz alta de lo que piensas en la calle que en una función de comedia stand-up. Desde amenazas a periodistas hasta la cultura del “mejor no digas nada”. ¡Vaya destino!
A 115 años de nuestra “mejoría”, me atrevería a decir que el saldo es mezquino: un país que recuerda sus luchas pero que se encuentra más arraigado en la corrupción, la violencia y la impunidad. La Revolución fue como un álbum de fotos que prometió un futuro brillante pero, al final, te das cuenta que la mayoría de las imágenes están borrosas.
Entonces, ¿al final del día, tenemos un mejor país? La respuesta puede ser tan difusa como un meme de internet que aún sigue sin sentido. Y mientras sigamos cosechando promesas y sembrando decepciones, la Revolución, más que una historia épica, será solo un recordatorio de lo que podríamos haber sido.
Así que, la próxima vez que escuches “¡Viva la Revolución!”, recuerda que tal vez deberíamos estar gritando: “¡A ver si ahora nos sacamos la lotería!”.





































