La derecha buscará capitalizar crisis de sectores como el agropecuario

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A tres décadas de haber firmado el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y de que el próximo año se renegocie el actual T-MEC, se hace inaplazable poner en la balanza qué beneficios reales ha obtenido nuestro país y qué tanto ha perdido. Y un ejemplo a concitar, son las cifras en el sector agropecuario donde se refleja un claro retroceso en la soberanía alimentaria que este modelo comercial ha traído consigo, al punto de que en sus reglas se establece que el precio del maíz blanco, nativo del país, se determina en la Bolsa de Valores de Chicago y no por las reglas de nuestro propio mercado; en tanto, los compromisos con los socios comerciales obligan a México a la importación de una determinada cuota de maíz amarillo a un alto costo, sobre todo de los Estados Unidos.

En el actual escenario geopolítico del mundo, ser vecinos de la principal nación capitalista del planeta ha terminado por producir más perjuicios que beneficios, al colocarnos en una franca desventaja comercial que ha terminado por agudizarse con la violación a reglas del tratado comercial y la imposición de aranceles, por parte del gobierno de Donald Trump.

El modelo neoliberal que aceptó las desiguales condiciones con el vecino país del norte, terminó por comprometer nuestra dependencia del exterior para surtir la canasta básica, pero también, la hizo extensiva a nuestro consumo energético en gas y gasolinas. Una aberración total siendo un país productor de petróleo.

Muchos de los artículos que se consumen en las grandes cadenas comerciales como WalMart, Soriana y otras más, son importaciones de los Estados Unidos, Canadá, Europa y otros países, por lo que va siendo el momento de hacer una profunda reflexión y plantear a nuestro gobierno una ruta alternativa para destinar mayores recursos a la pequeña y mediana empresa y a sectores como la educación y la salud, pero también al sector agropecuario que hoy atraviesa por una de sus peores crisis.

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Es lamentable que se haya abandonado al campo mexicano de tal manera que el 2023, por ejemplo, la importación de granos y oleaginosas, llegó a los 40,3 millones de toneladas de estos productos, a un costo de 16 mil 672 millones de dólares. La crisis se ha hecho también extensiva a los productores de caña de azúcar pues se ha permitido la ilegal introducción de azúcar provenientes de Centroamérica, combinada con harinas y otras sustancias para evadir el pago de impuestos, al grado de ser considerado un verdadero contrabando, afectando tanto a los recolectores de caña como a los trabajadores de los ingenios.

Las desiguales reglas de los tratados comerciales aumentaron el fenómeno migratorio en muchas poblaciones rurales en la década de los 90s, sobre todo a los Estados Unidos; miles y miles de pequeños productores cruzaron la frontera, a riesgo de su vida, para no morir de hambre con sus familias en sus comunidades, porque el TLCAN colocó al agro mexicano en una franca desventaja para competir con los agricultores de la Unión Americana. Situación que sigue vigente con el T-MEC.

Redefinir el apoyo a los productores nacionales en todos los sectores productivos debe ser una alternativa inaplazable para la 4T, porque mantener la situación actual implicará el incubar más movilizaciones de los distintos sectores, y proporcionará a la derecha una pradera fértil para abonar a su causa en los procesos electorales por venir.

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