Revocación junto a las elecciones de 2027: ¿necesidad o plan con maña?

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Amigos y amigas, agárrense que el circo político está de vuelta y la función promete ser de esas que tienen más giros que una novela de Netflix. Esta vez, el plato fuerte es la iniciativa para reformar el calendario electoral, a fin de que la consulta para la revocación de mandato se empalme con la elección federal del 2027. ¡Así es! En un abrir y cerrar de ojos, la presidenta se sacudirá el polvo de la mesa y podrá salir a rasguñar esos votos como si no hubiera un mañana.

Y entonces llega el Coordinador de Diputados Federales de Morena con su discurso de “no hay plan con maña”. ¡Ah, cómo me gusta este tipo de sinceridad! Es como decir que no hay un gato entre los ratones, cuando todos sabemos que eso ni de chiste es cierto. ¡Por favor! Que me digan a qué fiesta del pueblo asistieron para convencerse de que no hay jugo en el contenedor.

Hay que entender que este “ajuste” no es por amor al arte, sino más bien por amor a los votos. Que no se engañen, caballeros, aquí lo que hay es un intento por optimizar las campañas electorales de Morena y catapultar a la presidenta como si fuera una estrella de Hollywood tras una película taquillera. ¡Qué bien! Si la próxima vez que lean el nombre de la presidenta en la boleta sea como ¡“La Inigualable, la Fabulosa, la Presidenta que No Se Va”!

Los analistas, esos eternos escuderos de la verdad oculta, afirman que hay más trama que en una novela rosa, y la única talacha que se menciona es la de meter la mano en el tarro de la dulcería. Si hay que revocar, que se haga rápido y que haya revocación del revocador, que aquí nadie suelta su papel protagónico. Pero ahí no terminan las jugadas: a la fecha la estrategia es tan obvia que hasta la abuela de un amigo se está riendo con la carga política. Es como decir, «¡Claro que hay revisitas en el baño durante la fiesta!» y luego hacer de cuenta que no estás invitado a la función.

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No se engañen. La jugada maestra aquí es que todos lo vean y, si se debe de cambiar el rumbo, pues que los reflectores lo hagan en la misma dirección. Entonces, si a la presidenta le late colarse en la boleta de 2027 con una mano en el corazón y otra en el voto, a mí me parece que la ciencia política se convirtió en magia, donde el conejo no es más que un electorado en blanco.

En resumen, amigos, la política en México nunca deja de sorprendernos. ¡Y que no se nos olvide! Su autoridad es asegurarse de que la elección federal de 2027 y la consulta de la revocación no sean solo ejercicio de democracia, sino más bien una vía para el oro y los votos. Así es el juego, ya lo saben.

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