Oposición: regresar a la transición interrumpida

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Ahora que el PRI y el PAN están reorganizando sus fuerzas partidistas –para bien y/o para mal–, como siempre la oposición está comenzando por el final. A partir de dos victorias de la 4T, de un proyecto excluyente que está reconstruyendo unilateralmente el sistema/régimen/estado/Constitución y de una sociedad no partidista que salió a las calles y se encontró sin partidos, el PAN rompió la alianza con el PRI y anunció que correrá en solitario por el legislativo y el Ejecutivo.

A 86 años de existencia y 35 años de convertirse en un pivote político nacional, el PAN emprendió una enésima reorganización interna sin líderes carismáticos, sin bases sociales, sin clases productivas y sin proyecto ideológico articulado y coherente. El sábado pasado decidió romper a una alianza estratégica con el PRI que ninguno de los dos partidos entendió ni supo procesar operativamente.

El PAN se encuentra en un pozo oscuro y sin posibilidades de salida: en voto presidencial pasó de 45.5% en solitario con Fox a 27.4% con una candidata incrustada y fuera del PAN; de 206 diputados en el 2003 cayó a solo 72 en 2024 en el mismo período; los senadores llegaron al tope de 46 y se desplomaron a 22; y de 22 gobernadores en los que tuvo el mandato estatal, hoy apenas tiene cuatro, y Aguascalientes y Chihuahua en declinación.

Del debate previo al relanzamiento del sábado no hubo discusión pública, ni planteamiento de un proyecto de interpretación de la crisis nacional, ni una reflexión hacia atrás sobre errores y aciertos, tampoco algún documento reflexivo sobre los escenarios a corto plazo.

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Pero aun así y por la configuración del equilibrio partidista, el PAN –y no el PRI ni Movimiento Ciudadano, ni el Verde ni el PT como parientes pobres de Morena– es la única organización política que tendría la posibilidad partidista de crear un escenario de coyuntura política para plantear la crisis, insistir en el agotamiento del viejo régimen priista que se está restaurando con Morena y dibujar como marco referencial del corto plazo la necesidad de regresar al debate que en el 2000 Fox sencillamente no entendió por ignorancia política y por solo disfrutar lo poquito del poder: las condiciones para reconocer que el régimen priista-panista-perredista-morenista ya dio de sí y no tiene ninguna posibilidad de reconstruir un proyecto nacional de desarrollo de corto plazo.

En consecuencia, el gran debate nacional actual se debe centrar en el contexto de retomar las banderas de objetivos de transición a la democracia que se discutieron en el país en el corto período de 1991-2000. Pero también es la hora en que la prioridad ya no es la democracia –y en realidad nunca lo fue–, sino la necesidad de un gran pacto nacional para una transición a la República de leyes e instituciones.

No debe olvidarse que la experiencia política que se inició hace 50 años en España sigue siendo un marco referencial, aunque no un objetivo: ahí se pasó de la dictadura franquista a la democracia institucional europea, y los líderes del proceso transicional fueron el rey Juan Carlos I que juró ante Franco la defensa de la ideología del Movimiento Nacional de la dictadura y del presidente Adolfo Suárez que era el dirigente político del Movimiento. La transición, dijo alguna vez Francisco Ruiz Massieu, “la hacen los dinosaurios”.

La transición española se prefiguró en la alianza de todas las fuerzas políticas nacionales en torno a dos bloques ideológicos: la Junta Democrática liderada por el Partido Comunista y la Plataforma Democrática dirigida por el Partido Socialista, unidos después en la PlataJunta. La clave de la transición española se advirtió en tres tiempos: el agotamiento del franquismo, los Pactos de La Moncloa para rediseñar al Estado y a su modelo de desarrollo y la Constitución derivada de ambas decisiones.

La transición mexicana fue electoral, no de sistema, ni de proyecto nacional, ni de acuerdo entre las clases. Se trató solo de decisiones de reformas en el voto que los intelectuales orgánicos del salinismo han dirigido desde que tomaron por asalto a la autoridad electoral, primero como IFE y luego como INE, y ahora esos mismos personeros de la no-transición a la democracia ni a la República son los principales opositores del proyecto de reforma electoral de la 4T que no es más que una reconstrucción de la vieja Comisión Federal electoral de Manuel Bartlett Díaz.

El escenario político nacional es un desafío para el PAN como único partido organizado que pudiera articular el debate para un proyecto de transición a la República. Y a partir de este escenario solo se puede decir que la reunión del sábado fue un fracaso previsible porque la dirigencia panista no entendió de escenarios estratégicos ni de transiciones políticas, y solo se redujo a una nueva versión de un panfoxismo sin Fox.

Al final, la reorganización del PAN el sábado fue funcional a Morena. 

Política para dummiesaunque pasional, la política es un tema de estrategias de inteligencia y seguridad nacional internas.

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