Mis estimados lectores, hoy me desperté con la grata noticia de que el mundo sigue su curso, pero con la novedad de que en México somos más dramáticos que una novela de Televisa. La presidenta Claudia Sheinbaum, con esa calma que la caracteriza, salió a decir que no hay que preocuparse porque, según ella, Estados Unidos no nos va a invadir.
Imagínense la escena: los morenistas, con los pelos de punta y la respiración agitada, listos para defender a la patria de un enemigo que, según su jefa, ni siquiera va a llegar. Es como si un peleador de boxeo estuviera a punto de subir al ring y de repente el réferi le dijera: «Tranquilo, tu oponente no va a venir». Pero el morenista, con los guantes puestos y el protector bucal listo, se pone a gritarle al aire, a la nada, a la sombra de un fantasma.
Y lo peor es que se les nota el pánico. Rasgándose las vestiduras, publicando mensajes de apoyo a la presidenta como si ella estuviera a punto de enfrentar a un ejército de ‘gringos’ con una escoba. ¡Por favor! Que se ubiquen. Si la propia Sheinbaum dijo que no va a pasar, ¿por qué andan de calzones flojos? ¿A poco les gusta el drama?
En su declaración, la presidenta hizo un llamado a la calma y a la confianza. Y, la verdad, me parece lo más sensato. Si el ‘gringo’ de Trump, con todo y sus ganas de invadir, sabe que el «Narco» es un negocio que cruza fronteras, el problema es de ellos y nosotros. No van a venir a una guerra, sería el peor negocio del mundo.
Así que, mis queridos amigos, ya dejen el drama. Si la presidenta dice que no pasa nada, créanle. Y a los morenistas, un consejo: guarden sus pancartas y sus mensajes de apoyo, a menos que quieran quedar como los que se subieron al tren cuando ya se había ido la estación.
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