Las protestas masivas expresadas hace unos días, en más de 2 mil actos de protesta en 50 de las ciudades más importantes de los Estados Unidos, en las que se calcula que fueron no solo miles, sino millones de inconformes los que salieron a las calles a protestar por las redadas contra migrantes en metrópolis como Los Ángeles, donde viven unos 10 millones 600 mil de ellos, sobre todo de origen mexicano, son la prueba de que el presidente norteamericano, Donald Trump empieza a vivir una guerra interna ciudadana, que implica un alto riesgo para la estabilidad política de su gobierno.
No son solo los demócratas que gobiernan ciudades consideradas santuarios de migrantes como Chicago, Nueva York o los Ángeles, las que están dando la batalla contra la obsesiva política de deportaciones del magnate, amplios sectores de la economía estadounidense manifiestan ya su preocupación por las pérdidas económicas ante el riesgo de quedarse sin la fuerza de trabajo que mueve sus actividades.
Hace unos días trascendió que desde la Casa Blanca se dio la orden a los funcionarios de migración del ICE, para suspender los arrestos y las persecuciones contra migrantes en granjas, restaurantes y hoteles ante el terrible impacto negativo que está teniendo la agresiva ley. Trump se está dando un balazo en el pie por su locura al no medir las consecuencias de su fiebre anti migrante. Llevar a la práctica su racista propuesta de campaña, le está saliendo cara al empresariado de la Unión Americana.
Cuando hace unos meses se anunció que la administración de Trump emprendería una abierta batida conta los migrantes mexicanos, de manera serena y razonada, la presidenta Claudia Sheinbaum hizo hincapié en que la economía del vecino país del norte necesitaba de forma indivisible la mano de obra de nuestros hermanos connacionales.
Y los efectos negativos que ya comienzan a resentir diversas actividades y ramas de la economía americana, así lo demuestran porque no solo son las granjas, los restaurantes y hoteles los que pueden irse a la quiebra sin los migrantes, también en los sectores de la construcción y otros tantos más como las cadenas de autoservicios, necesitan de forma irremplazable a los migrantes para seguir operando.
Además, y aunque el doble lenguaje de los republicanos no lo menciona, los 20 millones de personas que desde hace décadas viven y trabajan en los Estados Unidos como indocumentados, le aportaron a su gobierno, tan solo en el 2024, 781 mil millones de dólares al Producto Interno Bruto (PIB). Sin contar la importancia que esta población tiene en el mercado de consumo interno.
Sin importar filiaciones políticas, el 70 por ciento de los norteamericanos están de acuerdo en que a estos millones de trabajadores que laboran de manera honesta y eficiente, su país les ofrezca una salida legal para su residencia.
De insistir su tránsito por la ruta equivocada, Trump estará abriendo las puertas de su propio infierno pues además de violatoria a los derechos humanos, su política anti inmigrante lo ha colocado en la peor ilegalidad al movilizar a fuerzas castrenses como Los Marines en labores de represión al lado de los agentes del ICE, sin dejar de mencionar, como ya se anotó, el desastroso costo económico que ya se comienza a resentirse en toda la Unión Americana, tras más de 20 días de violentas detenciones y persecuciones.
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