20 estados en alerta de violencia homicida: El dato nacional no refleja la realidad

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La narrativa oficial no refleja la crisis de seguridad que padece México. El gobierno federal presume la reducción del homicidio doloso a nivel nacional empleando datos a modo. Pero las comparaciones válidas sugieren que la violencia homicida va en ascenso. A nivel local, dos tercios del país, 20 entidades, muestran balances alarmantes en esta materia.

Comportamientos inusuales en el registro de los delitos

El pasado 10 de junio, Marcela Figueroa, secretaria ejecutiva del Sistema Nacional de Seguridad Pública, informó que el promedio diario de víctimas de homicidio doloso registradas a nivel nacional disminuyó 25.8% al cierre de mayo de 2025, en comparación con septiembre del año pasado.

Con esta clase de reportes, el gobierno federal busca construir una narrativa políticamente rentable sobre el éxito de la estrategia de seguridad pública encabezada por el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch.

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No obstante, esa narrativa oficial no refleja la realidad sobre la violencia homicida en México. Las cifras de homicidio doloso no capturan las debilidades institucionales de policías y fiscalías para identificar y registrar cuerpos y, mucho menos, las tácticas del crimen organizado para desaparecer cadáveres.

Al realizar comparaciones anuales, metodológicamente válidas, puede observarse que las víctimas registradas de homicidio doloso en efecto disminuyeron de 2024 a 2025 (enero-mayo), pero sólo en 13.4%. A su vez, en el mismo periodo:

Las víctimas de otros delitos contra la vida y la integridad corporal incrementaron 2.6%.

Las personas desaparecidas y no localizadas incrementaron 18%.

Estos comportamientos inusuales comenzaron a registrarse desde el sexenio pasado. En dicho período, los homicidios dolosos comenzaron a registrar una reducción, mientras que otros fenómenos, como la desaparición de cadáveres por parte del crimen organizado, o las deficiencias en los registros de asesinatos, iniciaron una tendencia al alza.

En resumen, el indicador de homicidios dolosos es obsoleto para capturar la violencia homicida en México. Este fenómeno se oculta entre la omisión institucional y los métodos criminales.

Las autoridades necesitan redefinir la forma en la que conceptualizan y miden la violencia homicida en nuestro país para contar con evidencia más sólida para entender el problema y enfrentarlo.

Las “otras realidades”. La violencia homicida en los estados

Los datos nacionales también invisibilizan las dinámicas locales de la violencia delictiva. Es imposible hablar de un proceso de pacificación a nivel territorial cuando tenemos estas cifras:

El tamaño de la violencia en 2025 (cifras totales enero-mayo) tasa por cada 100 mil habitantes

Top 5 estados con la tasa más alta de violencia homicida

1. Baja California (59)
2. Sinaloa (54)
3. Morelos (53)
4. Tabasco (45)
5. Quintana Roo (44.2)

Top 5 estados con la tasa más baja de violencia homicida

1. Yucatán (3.2)
2. Tlaxcala (4.6)
3. Coahuila (5.6)
4. Durango (9)
5. Hidalgo (11.9)

La evolución de la violencia de 2024 a 2025 (cifras totales enero-mayo)

Top 5 estados con mayor incremento de la tasa de violencia homicida

1. Sinaloa (67.2%)
2. CDMX (67.2%)
3. Nayarit (23.3%)
4. Chihuahua (20.4%)
5. Puebla (15.3%)

Top 5 estados con mayor reducción de la tasa de violencia homicida

1. Zacatecas (37.1%)
2. Campeche (32.2%)
3. Coahuila (30.1%)
4. Chiapas (26%)
5. Nuevo León (24.3%)

La tasa por cada 100 mil habitantes de violencia homicida se calcula tomando como base la totalidad de registros de homicidio doloso, homicidio culposo, feminicidio, otros delitos contra la vida, personas desaparecidas y no localizadas. 

Un nuevo enfoque para medir la violencia

Para contribuir a tener diagnósticos más precisos, México Evalúa presenta mes con mes un balance sobre la violencia homicida a nivel estatal. Dicho balance centra el foco de atención en la tasa por cada 100 mil habitantes de violencia homicida, considerando los datos de todos los proxys (homicidio doloso; homicidio culposo; feminicidio; otros delitos contra la vida; y personas desaparecidas y no localizadas). Considerar esta información de manera conjunta es clave para cuestionar a los gobiernos sobre las causas del incremento o la reducción del problema.

A diferencia de otros indicadores, incluyendo los que son empleados por el gobierno, nosotros comparamos, de manera simultánea, la magnitud actual de la violencia homicida y su comportamiento a través del tiempo con los datos registrados en el mismo periodo del año anterior. De este modo, valoramos el contexto de inseguridad de cada estado en función de cuatro categorías:

Muy negativo: entidades con tasas superiores al promedio nacional del año anterior y tendencia anual al alza.

Negativo: entidades con tasas superiores al promedio nacional del año anterior, pero tendencia anual a la baja.

Regular: entidades con tasas inferiores al promedio nacional del año anterior, pero tendencia anual al alza.

Positivo: entidades con tasas inferiores al promedio nacional del año anterior y tendencia anual a la baja.

El contexto de la violencia: estados bajo fuego

Cinco entidades presentan un balance particularmente negativo: Baja California Sur, Chihuahua, Querétaro, Sinaloa y Sonora.

En Baja California Sur, la violencia se asocia al interés de organizaciones criminales por controlar rutas cercanas a la frontera norte y explotar mercados ilícitos ligados al turismo y la pesca ilegal. Esta entidad funciona como base de operaciones para grupos como Los Chapos y Los Mayos, que compiten por el territorio. En esta entidad, los otros proxys superan los registros de homicidio doloso y feminicidio. Es probable que coexistan la desaparición de cadáveres y el subregistro de asesinatos por omisión o colusión.

Chihuahua es estratégica por sus cruces fronterizos utilizados para el tráfico de drogas, personas y armas, la explotación de la industria minera y el cobro de piso en el centro de la entidad; además de su conexión con puntos clave en Sonora, Coahuila y Sinaloa. Las organizaciones parecen haber apostado por la diversificación geográfica de sus rutas para maximizar el flujo de mercancías ilícitas.

Sinaloa continúa siendo el núcleo del conflicto entre Mayos y Chapos, agravado por la incursión del CJNG. Esta entidad supera el promedio nacional de personas desaparecidas, otros delitos contra la vida y homicidio culposo. Por su parte, en Sonora se observa un efecto de contagio del mismo conflicto mediante las facciones armadas en disputa.

En Querétaro, la llegada del CJNG y su confrontación con el Cártel Santa Rosa de Lima ya había anticipado un repunte de la violencia; los registros de desapariciones y homicidios culposos son inusualmente altos en esta entidad. Es posible que las organizaciones criminales opten por la desaparición de cadáveres para evitar la presencia de las fuerzas armadas.

Finalmente, otras 15 entidades —siete con balances regulares y ocho con balances negativos— muestran indicios de conflictos criminales latentes. Ignorarlos podría derivar en la explosión de otras guerras criminales.

Saldos positivos

Sólo un tercio del país —12 entidades— presenta un balance positivo: Campeche, Chiapas, Coahuila, Guerrero, Estado de México, Nuevo León, Oaxaca, San Luis Potosí, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz y Yucatán. Resulta especialmente relevante que Zacatecas y Jalisco hayan salido de esta lista al incorporar datos de homicidios culposos y otros delitos contra la vida y la integridad física en el análisis; lo que amplía las sospechas sobre la manipulación de las cifras con fines políticos en estas entidades, en donde ciertos grupos criminales mantienen hegemonía.

No obstante, incluso tras incorporar estos delitos, Yucatán se mantiene con un balance positivo, lo que sugiere la presencia de condiciones propias, contextuales, y de política pública, que contribuyen a una evaluación positiva.

¿Cómo leer el radar? El eje horizontal traza la tasa del año en curso por cada 100 mil habitantes. La tasa es más alta cuando supera el promedio nacional del año anterior. El eje vertical muestra el cambio porcentual con respecto a ese año. De este modo, ubicamos cuatro conjuntos sobre la situación de la violencia homicida en los estados: positiva, regular, negativa o muy negativa. Cada conjunto cuenta con sus propias escalas de variación a partir de los puntos de corte establecidos. El radar permite detectar cuándo un estado está a punto de cambiar de situación, ayudando a identificar focos rojos.

El análisis identifica seis entidades —Tabasco, Guanajuato, Quintana Roo, Baja California, Morelos y Colima— donde, a pesar de registrar disminución en la violencia homicida, ésta ha sido marginal y podría revertirse en cualquier momento. Estas entidades podrían convertirse en nuevos epicentros de conflictos criminales, lo que obligaría al Estado mexicano a concentrar recursos operativos en ellas, descuidando otras regiones. Además, Ciudad de México y Nayarit muestran una tendencia al alza que requiere atención: en la capital, por el fortalecimiento del Cártel del Tren de Aragua, y en Nayarit, por su proximidad geográfica con Sinaloa.

Aproximación regional

El conflicto entre organizaciones criminales en Sinaloa ha tenido un efecto expansivo sobre entidades como Baja California, Baja California Sur, Sonora y Chihuahua. A su vez, Durango, Nayarit y Jalisco presentan una tendencia al alza en la violencia homicida, lo que sugiere la existencia de disputas criminales de baja intensidad con potencial de escalar rápidamente.

Por contraste, el corredor de estados con frontera en el Golfo de México —excepto Tabasco— mantiene balances positivos, a pesar de albergar puertos estratégicos para el crimen organizado y contar con puntos fronterizos clave en Tamaulipas. Estos resultados no pueden atribuirse a la hegemonía de una sola organización, pues en la región operan de manera simultánea facciones del Cártel del Golfo, Los Zetas, el CJNG y el Cártel de Sinaloa. Es probable que existan acuerdos, actualmente estables, entre organizaciones criminales.

Apunte metodológico

A partir de este reporte se consideran los siguientes proxys de violencia homicida: homicidio doloso; homicidio culposo; feminicidio; otros delitos contra la vida y la integridad corporal; y personas desaparecidas y no localizadas. Es decir, se añaden homicidios culposos y otros delitos contra la vida corporal. Lo anterior, ante la evidencia que sugiere que el incremento de estos fenómenos refleja, de manera respectiva, inconsistencias en el registro de cadáveres o mecanismos de exterminio del crimen organizado. Considerar esta información en su conjunto es útil para identificar patrones con mejor precisión, así como formular preguntas sobre las causas del incremento o reducción de la violencia homicida y llamar a la rendición de cuentas.

Los datos provienen de las víctimas en carpetas de investigación reportadas mensualmente por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), las estadísticas del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO) y las proyecciones de población a mitad de año del Consejo Nacional de Población (Conapo).

Es homicidio doloso cuando existe la intención de causar la muerte de otro individuo. En cambio, el homicidio culposo se comete cuando el autor no tiene intención de matar, pero su actuar negligente provoca la muerte a la víctima.


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