Vicente Fox: El Nostálgico de la Esperanza Perdida

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¡Ah, Vicente Fox! Ese ex presidente que entró a Los Pinos con más esperanza que un niño en su primera posada, y que ahora se ha convertido en el meme viviente de lo que una vez fue su apoteósica «revolución de las sonrisas». ¿Recuerdan cuando la raza creía que con él empezaría la «Era del Bienestar»? Pues ahora parece que más que líder, es un espectador con un cartel que dice «Look, I’m back!».

Y ahí lo tenemos, nuevamente, intentando colarse en la fiesta de la Generación Z, esos chavos que están que se muerden las uñas por un futuro diferente. Fox, en un intento de querer figurar, decide unirse a una marcha que no es suya, con la misma gracia con la que un borracho se sube al escenario de un karaoke. ¿Qué se pensó? ¿Que iba a ser recibido con música de mariachi y abrazos? No, señores, la respuesta fue un tsunami de críticas y un océano de memes. El internet le devolvió el saludo con todo el sarcasmo del mundo.

Sus intentos de conectar con la juventud suenan como un cassette viejo: «Chavos, yo también fui joven, y miren, esto de cambiar el mundo es fácil, solo hay que querer». Ah, caray, Vicentito, pero en tu época no había TikTok ni un mundo en crisis a la vuelta de la esquina, ¿no? Evidentemente, los morros no lo ven igual y le han respondido justo como se merece: con un «Thanks, pero no gracias».

Y entre sus tweets y declaraciones, parece que Fox ha hecho un máster en decir «pendejadas». La Generación Z no necesita que alguien les diga cómo hacer las cosas, ya se han puesto a organizar marchas, protestas y hasta su propio congreso. Lo que necesitan son soluciones, y el fuete de Fox no parece que esté en la lista de regalos navideños. ¡Es como si buscara una reelección en un mundo donde ni siquiera está en la boleta!

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Lo más chistoso, es que después de salir de la intrascendencia presidencial, se ha convertido en la versión humana de un post-it olvidado en el refrigerador. Su relevancia se ha evaporado más rápido que el agua en una olla de presión, y cada vez que da un paso en falso, el rechazo es inminente. Debe ser agotador ser él, un tipo que alguna vez representó un cambio verdadero, pero ahora se la pasa saltando de un escándalo a otro, preguntándose por qué la gente ya no le lanza flores, sino sapos.

En conclusión, Vicente Fox es el recordatorio de que no se puede vivir de las glorias pasadas. Su intento por hacerse notar con una generación que claramente no está en modo nostalgic-fan es un claro ejemplo de que a veces, lo mejor que se puede hacer es dejar que las nuevas voces se escuchen sin intentar husmear en su fiesta. Así que, Vicentito, mi consejo es muy simple: Retrócedete, hazle un favor a la historia y sigue disfrutando del rancho.

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