¡Uy, qué casualidad! El togado y sus amigos imaginarios

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¡No me digan, no me cuenten! Resulta que don Hugo Aguilar, el flamantísimo presidente de la Suprema Corte de Injusticia, digo, de Justicia, nos viene a decir que es más puro que el agua de manantial, que su corazón no le pertenece a ningún partido político. ¡Ah, caray! Apenas y si se le cree, nomás que le falla la congruencia, como a muchos de los que ahora se sienten con el poder en las manos.

Dice que su neutralidad es tan firme como la de un árbitro de futbol mexicano que no ve penales claros contra el equipo grande. Sin embargo, su agenda social, la que nos presume en redes y en comunicados, parece que solo tiene un punto: Morena, Morena y más Morena. Que si el encuentro con los senadores, que si la plática con los diputados, que si la selfie pal’ recuerdo con los meros meros de la 4T. ¿A poco a la oposición les hizo el fuchi?

Y es que esta situación es como el clásico «no soy celoso, pero me molesta que le des ‘me gusta’ a la foto de ese vato». El señor Aguilar jura y perjura que no tiene compromisos con nadie, pero bien que se fue a chismear con los legisladores de un solo partido. Ah, pero eso sí, con los otros, con los que no son de su círculo, ni sus luces. Es como si el togado se hubiera reunido con un club de Toby donde no se aceptan «otros».

Y para rematar la cereza del pastel, el señor trabajó para un gobierno de Morena, por lo que su afirmación es, al menos, sospechosa. Pero, ¡tranquilos!, no es que sea una contradicción, es que tiene más coincidencias que un calendario de cumpleaños. Y su compromiso es solo con la justicia… ah, y de vez en cuando con unas cuantas reuniones con los amiguitos del partido en el poder. ¡Así o más claro el agua!

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