Sistema de Salud en Crisis

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El sistema de salud en México enfrenta una crisis estructural que se ha agravado en los últimos dos sexenios (2012-2018 y 2018-2024) y persiste en el actual (2024-). Problemas como el desabasto de medicamentos, corrupción, deterioro de la infraestructura, promesas incumplidas, la polémica incorporación de médicos cubanos y el resurgimiento de enfermedades prevenibles por el abandono de campañas de vacunación han debilitado gravemente la capacidad del sector para atender a la población.
 
Durante el gobierno de Enrique Peña Nieto (2012-2018), el sistema de salud ya mostraba fisuras significativas. El Seguro Popular, diseñado para garantizar cobertura universal, enfrentó acusaciones de corrupción y desvío de recursos. Según datos de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), en 2018 se detectaron irregularidades por más de 4 mil millones de pesos en el sector salud. La infraestructura hospitalaria, aunque ampliada en algunos casos, no logró satisfacer la demanda, y el desabasto de medicamentos comenzaba a impactar a pacientes con enfermedades crónicas, como diabetes e hipertensión. La falta de transparencia en las compras públicas y la ineficiencia administrativa sentaron las bases para los problemas futuros.
 
Con Andrés Manuel López Obrador (2018-2024), se prometió una revolución en el sistema de salud, comparada con los modelos escandinavos. Sin embargo, las políticas implementadas generaron retrocesos. La desaparición del Seguro Popular y la creación del INSABI, seguido por el IMSS-Bienestar, dejaron a millones sin cobertura efectiva. El desabasto de medicamentos alcanzó niveles críticos: el colectivo Cero Desabasto reportó que en 2021 se dejaron de surtir 24 millones de recetas, y aunque en 2023 la cifra disminuyó a 11 millones, el problema persiste. La centralización de las compras de medicamentos, gestionada por la Secretaría de Hacienda y la UNOPS, buscaba erradicar la corrupción, pero resultó en retrasos, compras ineficientes y escasez de tratamientos esenciales, especialmente para el cáncer y enfermedades raras.
 
La infraestructura hospitalaria también se deterioró. Muchos hospitales operan con equipos obsoletos, y algunos, dañados por desastres naturales, no fueron reparados. La promesa de atención médica gratuita y universal no se cumplió, y la falta de inversión en clínicas y hospitales dejó a las comunidades rurales en desamparo. Según la Ensanut 2022, solo el 40% de los mexicanos consideraba accesible la atención médica pública.
 
Un aspecto controvertido fue la llegada de médicos cubanos. Desde 2020, México contrató a profesionales de Cuba para enfrentar la pandemia de COVID-19, y en 2022 se amplió su presencia con 352 médicos en zonas marginadas, según datos oficiales. Esta decisión desató críticas por la opacidad en la validación de sus credenciales y por ignorar a médicos mexicanos desempleados. Organizaciones como el Colegio Médico de México exigieron transparencia, señalando que los recursos pudieron destinarse a fortalecer el sistema local.
 
El abandono de las campañas de vacunación ha tenido consecuencias graves. México, que en décadas pasadas erradicó enfermedades como el sarampión, enfrenta ahora su reaparición. La Ensanut 2022 reveló que el 52% de los niños no cuentan con esquemas de vacunación completos, y la escasez de vacunas como la BCG y la pentavalente ha incrementado el riesgo de epidemias. Expertos han advertido desde 2020 sobre el impacto de esta negligencia, que también ha favorecido el aumento de casos de tuberculosis.
 
En el sexenio actual de Claudia Sheinbaum (2024-), se ha anunciado un Plan Nacional de Salud con énfasis en la prevención, la digitalización de expedientes clínicos y una compra consolidada de medicamentos por 130 mil millones de pesos para 2025-2026. Sin embargo, los retos persisten: la logística deficiente, la corrupción sistémica y la falta de coordinación entre niveles de gobierno dificultan los avances. La percepción ciudadana, según encuestas recientes, sigue siendo de desconfianza hacia el sistema de salud.
 
En resumen, el sistema de salud mexicano está en un punto crítico. La combinación de desabasto, corrupción, infraestructura colapsada y el abandono de la prevención ha generado una crisis que amenaza la vida de millones. Resolverla requerirá no solo inversión, sino una estrategia integral que priorice la transparencia, la eficiencia y el fortalecimiento del personal médico nacional. Sin estas medidas, el deterioro del sistema seguirá profundizando la desigualdad y el sufrimiento de la población.

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