Sheinbaum peleando con el abogado de Ovidio y la oposición… plantando arbolitos

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¡Órale, banda! Su Redactor Irreverente aquí, echando chismito del bueno y del que pica. Resulta que nuestra flamante presidenta, la que se supone que tiene los hilos de este changarro, se aventó un tiro con el abogado de Ovidio Guzmán. ¡Imagínense! En lugar de estar resolviendo los problemas del país, andaba en el ring con un leguleyo. ¿Y la oposición? Ah, la oposición… esa sí que es una joya.

Mientras la señora se enredaba en su propia madeja, cual adolescente en primer ligue, ¿qué creen que hacía la supuesta «contraparte» política? ¿Aprovechar el papayazo para darle hasta con la cubeta al gobierno? ¿Ponerlos a sudar frío, exigir explicaciones, o al menos fingir que les importa un carajo la seguridad del país? ¡Nel! El PAN, sí, el mismísimo Partido Acción Nacional, esos paladines de la moral y las buenas costumbres, andaban plantando arbolitos. ¡Árboles, cabrones! Con todo el respeto que me merecen los pinos y los eucaliptos, ¿neta que ese era el momento de jugar al jardinero?

Uno los ve con sus palitas y sus gorras de paja, sonriendo para la foto, y no sabe si reír o llorar. Mientras la presidenta le decía hasta de lo que se iba a morir al abogado, la oposición estaba en plan «abrazaárboles». ¡Por eso no ganan ni una rifa del pavo! ¿Cómo quieren que la gente los tome en serio si cuando hay una oportunidad de oro para demostrar que tienen huevos y una estrategia, se ponen a jugar al «eco-friendly»?

Luego se andan quejando de que no levantan, de que el pueblo ya no los quiere, de que la silla presidencial les queda cada vez más lejos. ¡Pues cómo no, mi ciela! Si en lugar de dar un golpe en la mesa, se dedican a regar plantitas, lo único que van a cosechar es indiferencia. ¿O será que le tienen miedo al éxito? O de plano, son tan lentos que cuando se dan cuenta de la oportunidad, ya el tren pasó, se fue y hasta se oxidó.

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En fin, así es la política mexicana, un circo de tres pistas donde los payasos a veces son los que menos nos esperamos. Pero no se preocupen, su Redactor Irreverente seguirá aquí, con el ojo pelón y la pluma afilada, para echarles la neta, aunque duela.


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