Reacomodos inevitables en la 4T

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¡Ay, nanita! Todo el año nos han mareado con rumores de que la presidenta Claudia Sheinbaum va a sacudir su gabinete como si fuera coctelera en fin de año, y nada. «Por ahora no», dice ella con esa calma científica que la caracteriza. Pero miren ustedes, el 2026 ya asoma la patita, y todo apunta a que ahí sí va a caer el hachazo. No es chisme de pasillo, eh; las columnas serias lo traen: Rosa Icela Rodríguez podría saltar de Gobernación a una candidatura, Mario Delgado dejar la SEP porque, pues, no ha brillado precisamente, y hasta en Energía y CFE suenan relevos para poner gente de pura confianza de la doctora.

Y dentro de Morena, ni se diga. El gran movimiento que todos comentan es la salida de Andrés Manuel López Beltrán, mejor conocido como Andy, de la Secretaría de Organización. El chamaco, que quiso volar alto, parece que regresará a Tabasco por una diputación local, como le recomendó su jefazo. «Empieza desde abajo, mijo», algo así habrá sido el consejo paternal. Nada de presidenciables prematuros; primero a construir territorio en casa, que ahí empezó todo para la familia.

Otros funcionarios ya afilan las uñas para candidaturas en 2026, porque los estatutos de Morena obligan a separarse del cargo con tiempo. Adán Augusto López, coordinador en el Senado, también podría emigrar a una embajada europea, salida elegante para quien ya dio batalla. Al final, Sheinbaum quiere rodearse de sus incondicionales, sacudirse algunas herencias y marcar terreno propio en este segundo piso de la 4T.

No es traición ni purga, es política pura y dura: quien aspire a elecciones, que se lance; quien no rinda, que deje el hueso. Y nosotros, los mortales, a ver el espectáculo con palomitas. Porque en este circo, los cambios no son si no cuándo.

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