Por: Salvador Reding
Pero él y su partido están obsesionados con prohibiciones. Monreal llegó al ridículo de presentar una iniciativa de ley, que tuvo que retirar, para prohibir se se fume dentro de un automóvil.
Están haciendo lo que pueden para prohibir inversiones en explotación de petróleo. Ya dijo el peje hace tiempo que desea prohibir o al menos reducir la importación de gasolinas por particulares.
Intentó prohibir, y lo consiguió, que Constellation Brands iniciara operaciones en Mexicali, y en base a una “encuesta” con unos cuantos participantes, se lo impidió, y le canceló permisos vigentes ya concedidos por autoridades. La empresa buscó otras opciones para disponer de agua, como importarla de Estados Unidos, o entregarla en frontera a cambio del uso del agua que necesitaba, y se lo prohibió, el presidente dijo que nunca operaría esa plata productora de cerveza (ya la están desmontando).
Quiere prohibir que los particulares generen energía eléctrica, y está buscando los caminos, legales o ilegales (pero que parezcan legales) para impedirlo.
Quiere desesperadamente que se prohíba obtener amparos contra sus proyectos.
El gobierno federal morenista está prohibiendo que se entregue información solicitada por particulares, diciendo por ejemplo que no está disponible o que no se encontró, aún en casos ridículos. Así, se solicitaron los nombres de los médicos que atendieron al presidente cuando se dice que enfermó de Covid, y resultó que no existía dicha información. La negación a entregar información, solicitada conforma a la ley, es una prohibición hacia dentro de la administración federal.
Lo mismo pasa con la gravísima falta de trasparencia en compras federales, de bienes, servicios u obra pública. No se entrega porque lo prohíbe el propio gobierno.
Quiere prohibir que se hagan determinadas siembras o cultivos que dizque porque consumen mucha agua.
Prohíbe, con medios de intimidación llegando a graves amenazas, abiertas o encubiertas, que se publiquen informaciones o comentarios que denuncien, critiquen contradigan sus proyectos, sus políticas y sus comentarios.
Ha prohibido que las fuerzas armadas combatan como les es posible y legítimo, a las bandas de sicarios, porque no hace la guerra al narco, ha dicho y repetido.
Ha prohibido a la policía que aplique el legítimo uso de la fuerza pública en caso de vandalismo en la vía pública, en contra de propiedad pública y privada, alegando que su gobierno “no reprime al pueblo”.
El gobierno morenista prohíbe la entrada a las mañaneras a periodistas que pongan en aprietos al presidente, que le hagan preguntas incómodas. Se les niega, es decir prohíbe, la entrada a quienes no son sumisos al presidente.
En su afán de prohibir cualquier acción o crítica de organismos autónomos, ha hecho desaparecer a muchos, e intenta desaparecer a los que le incomodan, como el IFAI, y peor aún al INE.
Para este presidente, prohibir es una obsesión de gobierno, para todo lo que no vaya de acuerdo a sus caprichos. Se estrella contra la Constitución y otras leyes, aunque las llega a violar abiertamente, en sus intentos de prohibir que los particulares, o a quienes llama sus adversarios actúen en contra de sus caprichos.
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