Inicio Plumas Pleitos internos en los partidos, ¿reflejo de nuestra sociedad?

Pleitos internos en los partidos, ¿reflejo de nuestra sociedad?

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Las recientes renuncias en el PRI –como las de Eruviel Ávila o Miguel Ángel Osorio Chong, exgobernadores con peso en sus estructuras electorales– evidencian las decisiones unilaterales del actual dirigente nacional, Alejandro «Alito» Moreno. Estas salidas son solo una muestra de la pugna interna que continúa debilitando al que alguna vez fue el partido hegemónico.

En el PAN, la salida de liderazgos importantes, como la de Gustavo Madero –el primer presidente nacional electo por la militancia–, se suma a las constantes denuncias sobre la «onda grupera». Este fenómeno describe el control que ejercen grupos estatales sobre los padrones de militantes, presupuestos, candidaturas y estructuras partidistas en beneficio propio.

Movimiento Ciudadano también experimentó tensiones significativas, como el enfrentamiento público entre el exdirigente nacional y fundador del partido, Dante Delgado Rannauro, y el entonces gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, revelando profundas diferencias internas.

En Morena, las denuncias del coordinador de los senadores, Adán Augusto López Hernández, contra el jefe de los diputados morenistas, Ricardo Monreal, son un ejemplo de las fricciones internas. A esto se suman las críticas por la afiliación de expriístas –como Alejandro Murat o Miguel Ángel Yunes Márquez–, las resistencias a iniciativas promovidas por la presidenta Sheinbaum –como la prohibición del nepotismo electoral– y las noticias sobre las disputas por las candidaturas conforme se acercan los comicios.

Este conjunto de episodios revela una realidad innegable: prácticamente ningún partido político mexicano escapa a las luchas internas, ya sea por las candidaturas, el control del aparato partidista o las divergencias sobre el rumbo ideológico.

A propósito de la incorporación de expriístas a Morena, una usuaria de X (antes Twitter) que se declara «obradorista al 100%» expresó su malestar ante la reacción a su rechazo por estos «nuevos» militantes: «¿Ora resulta que si cuestionamos lo que está mal ya no somos el ‘Pueblo Bueno’? Ahora, según el inútil que NO pudo formar cuadros en 7 años @fisgonmonero, ¿somos izquierda radical?», concluyendo con un contundente «Yo NO voté por esto».

Resulta evidente que los partidos políticos aún carecen de mecanismos eficientes y pacíficos para gestionar sus conflictos internos. Esto provoca que muchas de estas disputas trasciendan a la opinión pública, exponiendo la cerrazón de algunos liderazgos que optan por la exclusión en lugar de escuchar las críticas de quienes no comparten sus métodos y decisiones.

Esta situación genera preocupación para el país. Si los partidos políticos, pilares de nuestro sistema democrático, procesan sus diferencias internas de esta manera, se comprende por qué la confrontación se ha normalizado en nuestra sociedad.

Esta realidad nos invita a reflexionar: así como la existencia de políticos corruptos –que no surgen de la nada– se considera un reflejo de nuestra sociedad, las luchas intestinas en los partidos también podrían ser un espejo de nuestra incapacidad colectiva para resolver nuestras diferencias de manera civilizada e inclusiva. Sin duda, esto representa un desafío significativo para nuestra nación.

X/TwitterThreads: @AReyesVigueras • BlueSky areyesvigueras.bsky.social


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