Hablemos claro, raza: si pensabas que la política mexicana era un show de talentos, ahora resulta que es más bien un circo en el que los payasos no logran ponerse de acuerdo en la rutina. La oposición parece estar atrapada en un limbo de fobias y egos que ni los mismos psicólogos podrían analizar. La pregunta del millón que ronda en los pasillos de los periódicos y en las redes sociales es: ¿por qué no pueden dejar sus diferencias y diseñar un plan mínimo para enfrentarse a la poderosa maquinaria electoral de Morena?
Primero, analicemos la situación. Entre la oposición, no solo hay políticos, hay un catálogo de personalidad digna de un reality show. Tienes a los que se creen los “intocables”, esos que piensan que su nombre es suficiente para ganar votos. Luego están los que están más interesados en ver qué pasa en sus propias redes sociales que en lo que está sucediendo en el Congreso. Y no olvidemos a los que están tan divididos que hasta los frijoles les saben distintos, dependiendo de a quién le pidas su opinión. ¡Así no se arma ni una buena piñata!
Mientras tanto, Morena se relame los labios, saboreando la posibilidad de unas elecciones donde la oposición compita entre ellos más que en contra de ellos. La estrategia de “divide y vencerás” nunca ha sido tan efectiva, y parece que la oposición se lo ha tomado como un deporte. Caray, si hicieran una liga de peleas de gatos, sobrarían participantes. Pero, ¿de verdad quieren que el país se convierta en un chorizo político lleno de promesas vacías y más excusas que soluciones?
Ahora, analicemos los egos. Esos enormes gigantes que caminan, respiran y se llenan la boca de palabras como “unidad” mientras su propio ombligo es su único amor. Es como cuando tus amigos quedan de verse y todos llegan a la misma hora, pero ninguno puede decidir a qué restaurante ir. Ni que fuera una cena de banqueteros, ¡se trata de salvar el futuro del país, carajo! Pero entre pleitos y desconfianzas, parecen más bien un grupo de escueleros que no logran decidir quién se queda con el último taco.
Si realmente quisieran evitar su eliminación en los próximos años (¡sí, leyeron bien, eliminarse, como en un mal capítulo de telenovela!), tendrían que dejar de lado sus intereses personales y pensar en el bien común. Tal vez deberían organizar un retiro o algo así, ¿no? Un fin de semana en la playa con un “especialista en resolución de conflictos”, o, mejor aún, una buena tía que les haga de comer y les hable de la importancia de unirse en la diversidad (sí, ya sé que eso no suena del todo bien, pero ya nos entendemos).
Total, que la historia sigue su curso y la oposición debe decidir si quiere seguir siendo un desastre o un contrapeso real. Hasta que logren superar su fobia a la unidad, la maquinaria de Morena tendrá el camino libre y los demás seguirán siendo solo ruido en un sistema que necesita voces claras y definidas. Pero bueno, como dicen por ahí: “cuando hay amor, hay negociación”. Así que, eso, que cada uno haga su reflexión.

























