Llegó a su fin el 2024 y con esto podemos hacer un balance de lo que nos dejaron los 12 meses previos, los últimos del sexenio de López Obrador y los primeros del de Claudia Sheinbaum, algo que se puede calificar como negativo.
Porque fue el año en el que se aniquiló la división de poderes, en el que se terminó con los contrapesos al poder, en el que la mal llamada «austeridad republicana» provocó desabasto de medicinas y recortes a sectores importantes como medio ambiente o transparencia.
Asimismo, fue el año en el que los infiltrados en el Poder Judicial, la autoridad electoral y organismo autónomos mostraron su capacidad para boicotear desde dentro su funcionamiento.
También fue el año en el que la mayoría legislativa de Morena cambió a placer la Constitución, incluso para incluir la prohibición de vapeadores, amenazando con hacer lo mismo respecto al maíz transgénico, entre otras ocurrencias.
Fue un año en el que la inseguridad, y delitos como el homicidio, se mantuvieron y provocaron que el gobierno buscara tapar esto con su propaganda.
Los 12 meses que terminan mostraron a una 4T dispuesta a todo para retener el poder, como es el uso del presupuesto para financiar programas sociales que son la fuente de sus votos, no para reducir la pobreza o mejorar las condiciones de salud, educación, infraestructura o seguridad.
Pero también fue el año en el que hacer críticas al gobierno se volvió difícil, pues se trata de un gobierno que no tolera ninguna observación o nota negativa, como varias veces lo demostró los dos presidentes que tuvimos en 2024 en sus conferencias mañaneras.
Lo único positivo fue para los integrantes de las familias privilegiadas de la 4T, quienes acomodaron a sus integrantes en puestos de gobierno, aumentaron sus fortunas y mostraron que para ellos el poder es una fuente de riqueza que no dejarán en manos de otros.
Y también fue el año de la hipocrecia en un movimiento que se dice en contra de los privilegios y corrupción de los miembros del PRIAN, a quienes reciben con los brazos abiertos en cualquier momento, llenando sus filas de cuestionados expriístas o expanistas, lo que no impide que se llenen la boca al gritar que la oposición está moralmente derrotada, tanto que ellos necesitan de los militantes de esa oposición derrotada hasta para ganar elecciones.
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