Desde Atlanta en 1996, México no tenía una cosecha tan pobre de medallas, pero a la promesa de que en Tokio 2020 obtendría, al menos, 10 medallas. Sin embargo, la delegación nacional deja estos Juegos Olímpicos con un registro de cuatro preseas de bronce que la ubicaron en el sitio 84 del medallero.
Cabe recordar que en los Juegos Olímpicos de Sídney 2000, la delegación nacional acumuló seis medallas. Para Atenas 2004, el total fue de cuatro medallas, pero, tres de ellas fueron de plata. En Beijing 2008, nuestro país también se quedó con cuatro medallas, aunque, la labor fue estupenda al sumar tres de oro. En Londres 2012, México tuvo su mejor actuación de la historia fuera de nuestro país con ocho metales y, en Río 2016, la cosecha fue de cinco preseas.
A decir de distintos analistas, la justa veraniega refleja la realidad deportiva mexicana y las flaquezas del gobierno federal y de la dependencia responsable de las políticas públicas en materia deportiva: la Conade, cuya directora, Ana Guevara, no sólo es cuestionada por la pobreza de sus resultados, sino por los reincidentes actos de corrupción gestados y cometidos bajo su administración.
Curiosamente, meses antes de los Juegos Olímpicos, Guevara lanzó un pronóstico arriesgado de 10 medallas para México en Tokio 2020; no obstante, cuando la pandemia alcanzó su clímax, complicó las cosas, Guevara lo pensó dos veces y admitió que el mínimo esperado era cinco.
En el caso del Comité Olímpico Mexicano, a través de su presidente, Carlos Padilla, el número proyectado también era de cinco medallas, especialmente con interés en los deportes de conjunto: futbol, béisbol y softbol. Ni una, ni otra. Las autoridades mexicanas fallaron.
Incluso, México perdió la constante de estar en el Top 5 de naciones del continente americano en estos Juegos, casi siempre bajo otras potencias como Estados Unidos, Canadá, Cuba y Brasil. Oara esta edición, nuestro país quedó por debajo de Estados Unidos, Canadá, Brasil, Cuba, Jamaica, Ecuador, Bahamas, Venezuela, Bermuda, Puerto Rico, Colombia, República Dominicana y Argentina, lo que se traduce en un rotundo fracaso.
En resumen, los Juegos Olímpicos ubicaron al deporte mexicano en su realidad; en Tokio 2020 el desencanto, evidente, desnuda lo que es peor: el eje rector que implementa las políticas públicas deportivas del gobierno federal carece de proyectos y de un plan sexenal.
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