Más de 55 mil personas visitaron la XXV Feria de las Calacas de Alas y Raíces

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La Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través de la Coordinación Nacional de Desarrollo Cultural Infantil – Alas y Raíces, el Centro Nacional de las Artes (Cenart) y el Pabellón de Cultura Comunitaria, presentó con éxito la XXV Feria de las Calacas, un espacio de arte, memoria y tradición que dialoga con la imaginación de niñas, niños, adolescentes y adultos.

Con la asistencia de más de 55 mil personas, los días 1 y 2 de noviembre de 2025, el Cenart y, por primera vez, el Pabellón de Cultura Comunitaria recibieron la edición 25 de la Feria, que se ha convertido en un referente de las conmemoraciones del Día de Muertos, y que cada año ofrece creatividad y fiesta para todos los públicos, con risas, color y aromas de cempasúchil, copal y pan de muerto.

La XXV Feria de las Calacas comenzó con un desfile de colores y sonrisas: familias enteras, niñas y niños disfrazados y adultos recorrieron las carpas temáticas y los diversos foros para explorar cada rincón y  descubrir las sorpresas preparadas en la presente emisión.

“Es la primera vez que vengo a la Feria y me encantó todo, desde los cuentos hasta los talleres. Lo que más me gusta son las ofrendas, muy coloridas y detalladas que parecen cobrar vida”, dijo Alejandra, de 25 años, mientras su sobrino corría por los jardines del Cenart.

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En la Plaza de las Artes, los cuentos y leyendas atrajeron a chicos y grandes por igual. Daniela, de 41 años, comentó: “Mis hijos, que tienen 8 y 10 años, se han divertido mucho con ¡Muertos… pero de risa! y con Los tres monjes risueños. Fue un espacio donde todos participamos”. Mientras que, Doreth, quien asistió con su esposo y su bebé, disfrutó de Bestuario y un taller interactivo de música: “Mi hija estaba fascinada bailando y cantando, y eso que apenas tiene año y medio. Sin duda regresamos”.

Los sonidos de tambores y guitarras se mezclaban con las risas y los pasos apresurados de los visitantes.

El sábado, el Foro de las Artes vibró con la danza de Horizonte, a cargo de MákinaDT Arte en Movimiento, mientras en el Auditorio Blas Galindo, niñas y niños se sumergieron en la historia de Al son bebé, un concierto para primeras infancias. Más tarde, Erika Torres presentó la coreografía Cuando el viento aúlla, y en la Plaza de la Danza, Abraham Lindoro y Charly Vagamundos cautivaron con Criatura, un juego escénico para niños.

Por la noche, en el Escenario Música, los grupos ¡Qué Payasos!Yucatán A Go Go y Anxolotes se turnaron para contagiar alegría y movimiento, mientras que las narraciones orales en el Pabellón Circense y el Domo de Cuentos Inmersivos permitieron a los más pequeños vivir historias fascinantes de calacas y espíritus traviesos.

Las ofrendas y altares iluminaron el camino de todos los visitantes: desde la instalación Psicofonías fantásticas radiofónicas del Instituto Mexicano de la Radio (IMER) hasta Xantolo se vive, dedicada a la fiesta viva de la Huasteca potosina. “Es increíble cómo cada espacio tiene su propia historia y energía. Mis hijos se acercaron a los altares y aprendieron sobre nuestras tradiciones mientras se divertían”, relató Esther, de 52 años.

Los talleres de artes plásticas y manualidades mantuvieron a las infancias entretenidas: desde Colgante de calaverita estilo mosaico, con Telma Ledesma, hasta Mundos superpuestos; cada actividad invitó a tocar, crear y aprender. Por ejemplo, en algunas zonas era notorio como los aromas dulces de chocolate, jamoncillos y pan de muerto se mezclaban con la risa de niñas y niños y el entusiasmo de los padres en cada taller.

El domingo 2 de noviembre, la jornada comenzó desde temprano, las familias caminaron hacia las áreas verdes y eran recibidas con la exposición “25 inframundos”, un recorrido visual por los 25 carteles identificativos que reflejan la transformación estética y creativa de la Feria de las Calacas desde su primera edición en 2001.

Hubo momento para bailar, cantar y brincar al ritmo de rock con Los Patita de Perro en su concierto “Primero muertos que perder la vida”, también se presentaron Rumba San Feroz y su cumbia para el corazón, y Son Rompe Pera quienes, con mañanitas incluidas, hicieron del cierre de los 25 años de la Feria una fiesta familiar al ritmo de marimbas, rock, cumbia y ska.

El fin de semana, el Cenart se llenó de un ambiente festivo y comunitario. Las familias caminaron de un escenario a otro para elegir opciones entre cuentacuentos, propuestas escénicas, talleres de artes y recorridos por las ofrendas y puestos de comida; un mosaico de risas, aprendizaje y memoria colectiva.

El Pabellón celebró la vida y la memoria

Mientras, en el poniente de la Ciudad de México, el Pabellón de Cultura Comunitaria se llenó de color, tradición y arte al convertirse, por primera vez, en sede alterna de la XXV Feria de las Calacas.

Durante las jornadas, niñas, niños, jóvenes y familias enteras disfrutaron de actividades gratuitas que incluyeron: música, danza, narración oral y talleres creativos. Destacaron las presentaciones de agrupaciones como Mojiganga Arte Escénico, Nesh-Kala, Bernardo Govea y Karina y su Radio Cafetal, Jarocho, así como la participación de los Semilleros de Oficio y Escritura, quienes compartieron sus saberes y talento en dinámicas abiertas al público.

La terraza del Pabellón se convirtió en galería con las muestras “La fiesta de las ánimas” y “Érase una vez la muerte 2025”, organizadas por la Sección de Enseñanzas Artísticas del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), integradas por más de 150 obras que celebraron el simbolismo del Día de Muertos.

Además, se montó una ofrenda colectiva elaborada por la comunidad, acompañada por talleres de arte, literatura y creación escénica para la niñez, así como la presencia de cocineras tradicionales de Cencalli y productores locales de la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural (CORENADR).

La participación como sede alterna de la Feria reafirmó al Pabellón como un espacio vivo de encuentro, aprendizaje y celebración comunitaria.

Finalmente, la XXV Feria de las de las Calacas de Alas y Raíces hizo posible la convivencia y el disfrute intergeneracional en el que bebés, niñas, niños y adolescentes, como protagonistas del festejo, quienes hicieron suyo cada espacio para la participación, la exploración y el disfrute de las múltiples posibilidades que brindan las disciplinas artísticas, así como para la valoración de la tradición, la identidad cultural, y la creación individual y en colectivo para celebrar la vida.

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