Pese a que es señalada por su ignorancia y errores en las sesiones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Lenia Batres insiste es aparecer en la boleta electoral en la próxima elección de junio como la «ministra del pueblo», algo que el INE ya rechazó al argumentar que los sobrenombres en la boleta judicial constituyen propaganda electoral y rompe los principios de equidad e imparcialidad, que rigen la función electoral.
Pero, al igual que las críticas por sus continuas equivocaciones –ha confundido temas o artículos de alguna ley–, a Batres no le importan los señalamientos o los argumentos jurídicos, sino su imagen.
Cabe recordar que ha sido sorprendida descendiendo de su camioneta blindada o utilizando recursos públicos en giras para su promoción personal, luego de criticar algún aspecto del presupuesto de la Corte, lo que muestra que lo suyo no es garantizar que la justicia se haga realidad en el país, sino su proyecto personal.
Y también debemos tener en cuenta que fue el propio López Obrador quien empezó a llamarla «ministra del pueblo», lo que hizo que su ego volara y pensara en alcanzar la presidencia de la Corte, algo para lo que necesita llegar con ese sobrenombre y, quizá, con un disfraz como cualquier superhéroe que podemos ver en el cine, porque así ha de imaginarse quien insiste en llamarse con un apodo que le queda grande.
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