Las explosiones que hieren y matan inocentes

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La gran explosión de gas que mató e hirió a personas en Iztapalapa, Ciudad de México, ha dejado horrorizada a la población que ha sabido de ese accidente. Una pipa de gas se ha publicado que explotó y causó ese daño a tantas personas inocentes y a varios vehículos. Pero en realidad la tal pipa no explotó, sino que por deficiencias propias dejó escapar una enorme nube del gas que transportaba y que se extendió muchos alrededor y de pronto se incendió (la nube de gas y su incendio quedaron fotografiadas y video filmadas). El accidente, fue por el escape del gas.

En notas de prensa se publica que el conductor se dio cuenta del escape de gas y que salió de su pipa y gritó a la gente que se alejara. Se dice que personal de la empresa propietaria de la pipa ya se había quejado de la inseguridad de la misma, por falta de atención de sus propietarios. La realidad del hecho filmado parece respaldar estas notas, que ya aclarará la autoridad judicial tras la investigación del Ministerio Público.

El transporte y almacenamiento de gas para uso industrial, comercial y doméstico ha sido siempre una preocupación por los daños que pueden (y han causado) los medios de transporte y almacenamiento. Por años las autoridades y medios particulares han manifestado serias preocupaciones por esos equipos cuando hay buenas razones para considerarlos inseguros, pero los responsables de ellos en varias ocasiones y por razones de ahorros, los han descuidado.

Los tanques de gas tienen, se ha demostrado técnicamente, una cierta vida útil tras la cual se consideran inseguros, pues de una forma u otra pueden permitir escapes de gas, aunque sean muy pequeños. Ha habido suficientes casos de desastres por esas fugas de gas que han explotado para tomar muy en serio esas precauciones. Las autoridades piden, y cuando pueden exigen que los muy antiguos tanques de gas, estacionarios o móviles se sustituyan.

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En el caso de Iztapalapa los hechos del gran escape de gas que se incendió y causó tantos daños fueron indudablemente causados por equipo de transporte defectuoso, pues no se trató de algún choque, una colisión que causara dicho escape del gas u otra causa externa, digamos algo que le haya golpeado gravemente. La responsabilidad de esa causa del escape de gas y de su incendio debe ser pronta y claramente definida por las autoridades competentes y sus responsables castigados.

Hace ya algunos años, el gobierno del Estado de Nuevo León pidió a las empresas de transporte urbano de pasajeros que sustituyeran el uso de gasolina por gas licuado en sus unidades. Se instalaron tanques de gas en las mismas y se volvió común su uso. Pero de pronto hubo un gravísimo accidente en pleno centro de Monterrey. Un autobús urbano de pasajeros de pronto se incendió, quemándose todas las personas que estaban en él, que eran muchas por la hora. Nadie se salvó de ser quemado. Horrible, que espantó a los transeúntes que estaban en el sitio, entre ellos mi señor padre (quien llegó traumado a la casa y no quiso hablar del hecho hasta que se oyó y vio en noticieros) y un amigo suyo.

Lógicamente, de inmediato se iniciaron las investigaciones sobre la causa del incendio del autobús. El resultado fue muy claro, encontrado muy pronto. El tanque de gas de la unidad había sido construido con láminas de fierro muy viejas y dañadas que permitían fugas del contenido pero que ya pintadas se veían muy bien. ¿Control de calidad? Inexistente. Los fabricantes se ahorraban así mucho dinero. El tanque de gas del autobús lo perdió y por su peso se extendió incoloro a lo largo del interior del mismo y de pronto, por alguna chispa se incendió. Lo más probable es que los propietarios de la línea de transporte no hayan podido percatarse de la grave falla del tanque, pero eso lo sabían, o al menos deberían saberlo quienes utilizaron materiales no confiables, pero baratos, para su manufactura. Un ingeniero, amigo de mi padre, fue invitado públicamente a participar en una pequeña comisión técnica que estudió el caso, el resultado: fue amenazado telefónicamente en su hogar para que no informara lo que se sabía que resultaría de la investigación (afortunadamente no pasó nada). Es decir que las amenazas provenían de quienes tenían responsabilidades penales y estaban conscientes de las mismas.

Las alertas oficiales y particulares de manejo de tanques de gas y en especial el cuidado extremo de sus conexiones para usarlo en estufas y calentadores han demostrado ser muy útiles. Incendios de gas por fugas en casas, en restaurantes y en puestos callejeros (esos que llevan, desconectan, regresan y vuelven a conectar sus tanquecitos portátiles) han sido causados muchas veces por desprecio a elementales y conocidas medidas de seguridad. El famoso “ahí se va” lo han aplicado. Y en ocasiones ha habido incendios y daños a personas por tanques de mala calidad, no confiables y construidos o mantenidos fuera de las normas oficiales aplicables, a pesar de haber tenido los debidos cuidados de parte de los usuarios.

Los equipos de transporte y almacenamiento de gas, incluidos sus medios de conexión como tuberías tienen vida útil, algo ya demostrado mucho tiempo atrás, y los cuidados y mantenimiento de los mismos son muy importantes y no se pueden desatender. Cuando hay accidentes que no sean por descuido o mal manejo humano, lo razonable es deducir que los causaron malos medios de almacenamiento, transporte y conexión.

El caso de Iztapalapa parece ser así: una pipa que no era segura. Las responsabilidades se deben determinar y las medidas para evitar tragedias futuras semejantes se deben de aprender a conciencia y aplicarlas, revisarlas y corregirlas en caso de daño y hasta de simple precaución razonable. Esto es lo más importante, las medidas oficiales y empresariales, incluyendo verificaciones sistemáticas para evitar tragedias.

@siredingv


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