¿Gertz Echado por Filtraciones Incómodas?

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No se puede evitar ver la renuncia de Alejandro Gertz Manero a la Fiscalía General de la República (FGR) como un capítulo más en la saga de tensiones entre autonomía institucional y control gubernamental. Presentada oficialmente este jueves 27 de noviembre de 2025, la dimisión del fiscal de 86 años no surgió de la nada: se filtró primero a través de columnas periodísticas y rumores en redes, revelando una operación orquestada desde Palacio Nacional para removerlo. La presidenta Claudia Sheinbaum, en su estilo pragmático, ha impulsado este cambio, pero los motivos subyacentes apuntan a un malestar profundo con investigaciones que tocaron nervios sensibles en Morena y su entorno.

Todo comenzó con filtraciones a la prensa. Columnistas como Carlos Loret de Mola, en su pieza para El Universal del 26 de noviembre, destaparon que hace más de un mes se gestó un intento desde el Ejecutivo para reemplazar a Gertz por figuras leales como Arturo Zaldívar o Ernestina Godoy, con el fin de «someter totalmente la operación de la FGR a los designios del gobierno actual». Estas revelaciones no fueron aisladas; en redes sociales, usuarios como @GhalebKrame y @LMarianaLuna especularon que la salida no se debía a «motivos de salud» –como se rumorea oficialmente–, sino a filtraciones de expedientes que expusieron corrupción y nexos incómodos. Por ejemplo, documentos sobre huachicol fiscal, lavado de dinero y hasta el expediente relacionado con el dueño de Miss Universo, que salpicaron a allegados de Morena, incluyendo sobrinos de funcionarios y posibles vínculos con narcopolíticos.

Estos leaks no solo dañaron la imagen del partido en el poder, sino que generaron fricciones internas. Fuentes cercanas a la FGR indican que Gertz, aunque alineado inicialmente con la 4T, mantuvo un grado de autonomía que irritó a Sheinbaum. Investigaciones como las del «Caso Colosio» o detenciones vinculadas a Genaro García Luna mostraron su mano dura, pero cuando los expedientes apuntaron hacia el interior del gobierno –como el huachicol que involucra a figuras de alto perfil–, el fiscal se convirtió en un lastre. En X, @BrujaMaldita2 lo llamó «traidor» por filtrar información a la oposición, mientras @Melissa_Bely sugirió que «la científica se enojó con él» por no ser lo suficientemente sumiso. De hecho, reportes de MVS Noticias destacan que Gertz dejó de asistir a reuniones de seguridad en Palacio, señal de un quiebre que Sheinbaum minimizó públicamente, afirmando una «buena relación» pese a los rumores.

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El destino propuesto para Gertz –embajador en un «país amigo», posiblemente Alemania, según filtraciones– es particularmente revelador. En su carta de renuncia, leída en el Senado, acepta el cargo diplomático ofrecido por la presidenta, lo que permite su salida inmediata sin invocar «causas graves» como exige el artículo 102 de la Constitución para remover a un fiscal autónomo. Esto evita un proceso engorroso en el Congreso, donde Morena tiene mayoría, pero plantea interrogantes sobre la verdadera independencia de la FGR. ¿Es esto un exilio dorado o una recompensa por servicios pasados? Críticos como el dirigente del PRI, Alejandro Moreno, lo ven como un «golpe jurídico-político» para controlar la institución y enterrar investigaciones que afectan a «narcopolíticos de Morena».

Políticamente, esta movida fortalece a Sheinbaum en su primer año. Al remover a Gertz, puede instalar a una figura afín –Godoy es la favorita, según fuentes–, mejorando la coordinación con fiscalías estatales y alineando la procuración de justicia con prioridades como la seguridad y el combate al crimen organizado. Sin embargo, expone vulnerabilidades: la percepción de que la autonomía fiscal es ficticia, y que filtraciones como las del huachicol fiscal –que involucran miles de millones en evasión– podrían resurgir si no se cierran bien los expedientes. En un México donde la impunidad ronda el 95%, según datos de Impunidad Cero, esta renuncia no resuelve el fondo: la justicia sigue subordinada al poder ejecutivo.

En resumen, la salida de Gertz no es solo un relevo; es un ajuste de cuentas interno en Morena, donde lealtades se miden por obediencia. Sheinbaum busca consolidar control, pero riesgos como nuevas filtraciones o críticas opositoras persisten. El Senado ya prepara el relevo, y el país observa si esto trae justicia real o más simulación.

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