Enigmas del momento

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Los tiempos confusos que vivimos no sólo están abriendo paso a una cantidad innúmera de cuestionamientos respecto a cómo hemos llegado a donde estamos y como, por otra parte, cuáles pueden ser las vías para resolver la situación, llegándose a la impaciencia por estar tardando más de la cuenta el que no aparezca el líder que marque los rumbos de solución.

Sobran motivos de esas expresiones. No son las estadísticas las únicas culpables. Día a día la población de clase media y trabajadora sufre las penurias provocadas por la inflación y la falta de servicios médicos y educativos. La falta de empleo resta capacidad productiva a la sociedad mexicana. Por su parte, el sector empresarial insiste en la incertidumbre respecto a las disposiciones fiscales y financieras que están pendientes para dar bases firmes a las inversiones que se necesitan urgentemente.

A lo anterior, se añade la insistencia por parte de la jefa del Ejecutivo en pintar un panorama de seguridad general que contrasta diametralmente con lo que la población vive a diario, además de que los sucesos de violencia quedan impresos en los reportes de las estadísticas de policía y de los cuerpos militares que consignan las docenas de muertes a manos de las mafias que se han adueñado de vastas zonas del país, 30% de la superficie nacional, de acuerdo con la DEA.

La somera descripción de las condiciones deprimidas en que nos encontramos confirman que la transición hacia una segunda versión de la gestión del partido Morena no está resultando aceptable desde el criterio de eficiencia. La Presidenta no puede continuar pretendiendo sostener su administración con un gabinete mayoritariamente incapaz para resolver los problemas internos del país. Las últimas noticias sobre la poca calidad de personajes de primer nivel, candidatos algunos hasta de la silla presidencial, demuestran una vez más la ínfima calidad ética de un gran número de funcionarios de Morena.

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En la presente etapa coyuntural, no puede seguir ocultándose esta realidad tan dañina para México. La destrucción que el régimen actual sembró en instituciones no sólo legislativas, sino también en las judiciales y administrativas, ha sido devastadora como se comprueba al revisar el infame atraco que se ejerció en la llamada reforma judicial, que ha dejado maltrecha la capacidad del gobierno de curarse a sí mismo de sus males en el improbable supuesto de quererlo hacer. Cabe preguntarse seriamente qué suerte correría emprender la fórmula de revocación de mandato.

Lo último, la intención de suprimir 200 de los diputados plurinominales, con el propósito de dejar una fuerza aún más compacta para la siguiente legislatura, entre los cuales se suprimirían también algunos de la oposición, lo cual sería equivalente a tener un partido único sin las molestias de tener que convivir con una oposición lista para cantar los yerros de este nuevo autoritarismo.

Los países que se autodenominan repúblicas democráticas, como es el caso de Corea del Norte, China y Rusia, entre otros, justifican el uso de la palabra democrática, alegando que si bien el resultado final es contar con asambleas multitudinarias conformadas por los miembros del partido gobernante, dicen que se justifica, porque la democracia plural se da en las bases y es el resultado de éstas con que puede conformarse una asamblea de un solo signo político. Es decir, la asamblea de muchos millares de representantes incluye desde su formación inicial opiniones contrarias a las de la doctrina fundante.

El caso de Morena no es, sin embargo, igual al de los países “democráticos” del comunismo. Aquí Morena tendría sólo de acompañantes al PT y al Verde que se identifican plenamente con la agenda de Morena, por lo que no puede alegarse que exista un juego de opiniones diversificadas en la conformación del partido hegemónico. La aspiración de hacer al partido del gobierno, no es más que una burda imitación de lo que había en tiempos del PRI, con sus tres sectores, obrero, campesino y popular.

Es este el modelo que propone Morena y que, aunque la sociedad civil está en la etapa de sólo llenar plazas, aún sigue constituyendo la oposición efectiva y real el modelo que persigue Morena, tal y como le sucedió al PRI en los años 90.


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