DeVotos y otros políticos Nonsanctos: Trump presume frontera blindada

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¡Ay, nanita! Donald Trump anda presumiendo en redes como si hubiera ganado el Oscar a la mejor frontera impenetrable. Publica gráficos donde compara: con Biden, en siete meses de 2023, casi 700 mil ilegales entraron como Pedro por su casa; y ahora, de mayo a noviembre de 2025, ¡cero! Ni uno solo liberado al interior, dice la Casa Blanca, y hasta Kristi Noem sale a aplaudir que es un logro histórico. “Promesas cumplidas”, brama el magnate, mientras reparte medallitas a su equipo por tener la frontera más segura en décadas. Pues sí, los números oficiales muestran cruces ilegales en mínimos de 55 años, con meses enteros de cero liberaciones. ¡Órale, qué eficiencia!

Pero, espérense, no todo es miel sobre hojuelas. El precio de ese “cero” es bien cabrón. Las redadas de ICE están que arden: agentes enmascarados irrumpiendo en trabajos, escuelas, hasta iglesias, deteniendo a miles sin antecedentes penales –más del 70% no tienen ni una multita de tránsito–. Hay videos de madres arrancadas de sus hijos, familias separadas para “presionar” deportaciones voluntarias, y hasta casos donde deportan gente a países que ni son suyos, o confunden turistas y residentes legales solo por hablar español o tener piel morena. ¡Imagínense, un ciudadano gringo detenido porque “parecía” migrante! Denuncias de brutalidad, condiciones inhumanas en detenciones, y protestas en ciudades donde la gente ya no sale a la calle por miedo.

Trump se pinta solo como el héroe que limpió la casa, sin mencionar el desmadre humano que deja atrás: niños huérfanos de padres deportados, comunidades aterrorizadas, y un país que se jacta de ser tierra de oportunidades mientras trata a la gente como si fueran plagas. Claro, la inmigración ilegal bajó drásticamente –nadie lo niega–, pero ¿a costa de qué? De convertir a EU en un estado policial para latinos y cualquiera que “suene” extranjero.

Al final, el señor Trump presume su trofeo brillante, pero omite que está manchado de lágrimas y miedo. Y uno se pregunta: ¿vale la pena un “cero” así, o nomás es puro show para sus devotos? Porque los nonsanctos de siempre siguen haciendo de las suyas, y nosotros pagamos los platos rotos.

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