¡Órale, compadres! ¿Ya se imaginan a los de arriba, esos devotos de la selfie eterna, sudando la gota gorda bajo el diluvio veracruzano? Acostumbrados a gobernar con filtros de Instagram –todo reluciente, mañaneras impecables y promesas que brillan como charola nueva–, de repente les cae el chaparrón real: 48 municipios ahogados, ríos desbocados como el Cazones, 18 muertos confirmados y familias hasta el cuello de lodo y coraje. Y no mamen, ¡ni con el cambio climático se salvan de las pedradas! Literalmente.
Arrancamos con el presidente municipal de Poza Rica, Fernando «El Pulpo» Remes Garza –sí, ese que se pasea en camioneta de lujo como si fuera el rey del mambo–. Los ciudadanos, hartos de colonias convertidas en lagunas por su «falta de previsión» (léase: drenajes tapados y promesas en el aire), le armaron el desmadre del siglo. Golpean la troca fifí, le lanzan objetos y gritan que él y su pandilla son culpables de las víctimas. ¡Pum, pum! Piedritas volando como confeti en boda fallida. En redes, los memes explotan: «El Pulpo se ahogó en su propia tinta». ¿Karma? Pues sí, carnal, porque en 1999 ya les pasó lo mismo y nadie aprendió ni madres.
Pero no se crean que el show se queda en lo local. La gobernadora Rocío Nahle, esa que presume helicópteros, pero no baja a chapear el lodo, llega a «coordinar» y se topa con doñas furiosas: «¿Dónde carajos están los albergues? ¡Desde el miércoles sabíamos del chubasco!». Y la cereza del pastel: la presidenta Claudia Sheinbaum, la doctora del clima que culpa al calentamiento global de todo menos de la corrupción en obras, aterriza en Poza Rica el 12 de octubre y ¡zas! Gritos, reclamos y un «¡Cállense o me voy!» desde su camión del Ejército. Videos virales la muestran pidiendo calma mientras la gente exige: «¿Y los desaparecidos? ¿El censo? ¡No nos desamparen, pinches!». 38 municipios jodidos, un policía muerto en rescate y balaceras de fondo –¡sí, balaceras durante su visita, como si Veracruz fuera película de Tarantino!–. ¿Coordinación federal? Ja, más bien show de circo con marinos y DN-III de último minuto.
Estos nonsanctos, devotos de la apariencia, ahora bailan con la realidad cruda: lluvias que destapan el desmadre de años de «transformación» a medias. En Puebla e Hidalgo, 24 muertos más; en San Luis, ríos revueltos. ¿Previsión? Cero, wey. Solo promesas de censos que huelen a humo y apoyos que tardan como tortuga coja. La neta, compa, si no aprenden a mojarse sin maquillaje, el próximo temporal los va a barrer como basura en alcantarilla. ¿Y los votantes? Agárrense, que la sátira apenas calienta motores. ¡Sigan votando devotos, o mejor, exijan paraguas de verdad!
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