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Derrota de la izquierda en Bolivia, lección a gobiernos progresistas

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La derrota de la izquierda en Bolivia implicará un peligroso retroceso a los derechos conquistados a favor de los pueblos originarios de la nación sudamericana que durante los gobiernos de Evo Morales, lograron recuperar el dominio de sus aguas, la defensa de sus raíces y territorios, asumiendo la defensa energética de sus regiones y del valioso litio, cuya nacionalización, en no pocas ocasiones, orilló a poderosas trasnacionales como Tesla, a financiar movimientos de desestabilización en contra del ex presidente y gabinete, buscando apropiarse de las valiosas reservas.

Las lecturas que la dolorosa derrota de la fragmentada izquierda boliviana tuvo en los comicios del pasado 17 de agosto, conducen en una primera instancia al distanciamiento entre el Presidente Luis Arce –ministro de Economía en los dos periodos de Evo Morales–, y el rompimiento político con el ex presidente y líder del Movimiento al Socialismo (MAS).

La división fue tal que los dos aspirantes de la disminuida izquierda Andrónico Rodríguez y Eduardo del Castillo, surgidos del MAS, solo alcanzaron el 11 por ciento de los votos, en tanto los dos candidatos de la derecha, Rodrigo Paz Pereira, hijo del ex presidente Jaime Paz Zamora, del Partido Demócrata Cristiano; y Jorge “Tuto” Quiroga, de la Coalición Alianza Libre, alcanzaron junto el 60 de los votos, aunque no los suficientes de manera individual para declararse vencedores, por lo que acudirán a una segunda vuelta en las urnas, el próximo 19 de octubre.

Lo que instrumentados golpes contra el movimiento nacionalista y antiestadounidense que fue bandera de los grupos sociales e indígenas en el continente no consiguieron, lo lograron los propios masistas; como se recordará, en su momento la propia Organización de Estados Americanos (OEA), alentó un Golpe de Estado que fue abortado por la fuerza y apoyo social del MAS.

Pero ahora las divisiones entre sus dirigentes terminaron por abrir las puertas del electorado a la derecha, olvidando que fue el gobierno de Evo Morales el que consiguió sacar de la pobreza extrema a la población indígena y otros grupos sociales mayoritarios del país, pasar de un 36,7 a un 16,8 por ciento, además de haber logrado tasas de crecimiento del 5 por ciento anual del PIB.

Algunos analistas interpretan parte del desfondamiento de la izquierda a que las nuevas generaciones ignoran las condiciones de injusticia y extrema pobreza que enfrentaban hace dos décadas sus padres y abuelos.

Lo lamentable es que estos logros sociales y la defensa de sus recursos naturales y energéticos que logró el pueblo boliviano podrían esfumarse porque gane quien gane en octubre próximo, no dudará en retornar a las políticas neoliberales y para echarse a los brazos de Donald Trump. Algunos dueños de multinacionales como Elon Musk, ya han comenzado a afilar las garras por el codiciado Litio, también llamado Oro Blanco.

La lección debe servir para que en otras naciones como Colombia y Brasil, donde hay gobiernos progresistas de izquierda, sus dirigentes no cometan el error de fracturar su unidad, manteniéndose cercanos a los movimientos sociales, porque la derecha movida por los hilos de Washington, está atenta al menor descuido para aprovechar cualquier desinformación o desinterés del electorado, sobre todo de las nuevas generaciones, ejecutando no Golpes de Estado sino Golpes Electorales.


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