Crónicas de la Inteligencia Artificial (XVI)

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Un estudiante del IPN fue acusado de distribuir y comercializar imágenes alteradas gracias a la Inteligencia Artificial, tomando fotografías de 8 compañeras suyas para modificarlas con esta tecnología, en lo que se consideró el delito de, como nos recuerda el portal Animal Político, «violencia digital (que) puede ser sexual al videograbar, audiograbar, fotografiar o elaborar videos reales o simulados, de contenido sexual íntimo, de una persona sin su consentimiento o mediante engaño».

Esto provocó diversas reacciones que buscaban una sanción ejemplar por tratarse del primer caso en México en que se busca castigar el uso de esa tecnología para ejercer violencia contra mujeres.

Tras un año de audiencias y el encierro del inculpado, llamado Diego «N», lapso en el que se discutió en medios y redes sociales el asunto, en paralelo a la discusión sobre la violencia de género, la resolución del juez que lleva el caso fue absolutoria al considerar que no es posible comprobar la autoría de las fotografías alteradas, aunque permanecerá en el Reclusorio Oriente en prisión preventiva por enfrentar otras carpetas de investigación en su contra.

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El analista en redes sociales Carlos Piña comentó en su cuenta de X que «es importante resaltar que este tipo de casos serán más frecuentes y muy difíciles de comprobar para la parte acusadora. En México no hay fiscalías especializadas en delitos derivados de Inteligencia Artificial, y aún así los elementos necesitan un alto grado de preparación».

Esto es preocupante, no sólo en el caso de la violencia de género, en momentos en que la desinformación basada en las deep fakes –imágenes, audios o videos generados por inteligencia artificial con el fin de manipular la información– puede influir en elecciones o servir para atacar a grupos sociales, entre otros ejemplos.

Imagen: Flux.


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