La leyenda de los Reyes Magos tiene su origen en el Evangelio de Mateo, donde se menciona a unos «magos» que, guiados por una estrella, llegaron desde Oriente para adorar al recién nacido Jesús y ofrecerle regalos de oro, incienso y mirra.
Con el tiempo, la tradición enriqueció esta narración. En el siglo III, se comenzó a considerar que los magos eran tres, basándose en la cantidad de regalos mencionados. Posteriormente, en el siglo VI, se les asignaron los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar, y se les representó como reyes provenientes de Europa, Asia y África, simbolizando la universalidad del mensaje de Jesús.
Después de su visita al niño Jesús, el Evangelio de Mateo relata que los magos, advertidos en sueños sobre las intenciones del rey Herodes, regresaron a sus tierras por otro camino, evitando informar a Herodes sobre el paradero de Jesús. Los textos bíblicos no proporcionan más detalles sobre su destino posterior. Sin embargo, diversas tradiciones y leyendas han surgido para llenar este vacío. Por ejemplo, algunos relatos medievales sugieren que, tras la resurrección de Jesús, los magos fueron bautizados por el apóstol Tomás y posteriormente martirizados. Otra leyenda, popularizada en el siglo XIX por Henry van Dyke, habla de un supuesto cuarto rey mago llamado Artabán, quien, aunque nunca llegó a Belén, dedicó su vida a ayudar a los necesitados.
Es importante destacar que estas narraciones adicionales no tienen fundamento histórico comprobado y forman parte de las tradiciones y mitos que han enriquecido la historia de los Reyes Magos a lo largo de los siglos.
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