Señoras y señores, mis valedores, mis compas, mis chairos y fifís de clóset, bienvenidos a su rincón de la verdad sin aderezos, donde la realidad supera a la ficción y la incongruencia se come un taco con salsa de hipocresía. Hoy, me pregunto: ¿qué pedo con los de Morena y su “austeridad republicana”? Y, más importante aún, ¿qué sentirán sus defensores?
Porque, a ver, no me salgan con sus pinches mamadas. Un día te levantas y ves a una diputada, que andaba gritando “¡somos del pueblo!”, subiendo a Instagram su viaje a París con una bolsa que vale más que mi casa. Al otro día, un regidor que defendía a capa y espada el proyecto “popular” de la 4T, es grabado en una cantina de lujo en Miami, pidiendo un whisky de 12 años, mientras en su colonia no hay ni agua.
Y el caso de la senadora suplente que fue detenida por el Alcohólimetro y se puso a gritar “¡No saben quién soy yo!”, me da risa y coraje. ¿Neta? ¿No saben quién eres? Pues sí, mi reina, no sabemos y nos vale un reverendo cacahuate. Lo único que sabemos es que eres la prueba viviente de que la “austeridad” y la “honestidad” son solo conceptos abstractos que aplican para el pueblo, no para la élite de la 4T.
Lo peor es que sus defensores, esos que se ponen a discutir en Twitter como si les fuera la vida en ello, ya no saben qué hacer. Sus argumentos son más débiles que el café de máquina. Antes, cuando salía un caso de corrupción, decían “¡Es de la oposición, son prianistas!”. Ahora, ¿qué? ¿“Es de la oposición infiltrada”? ¡No mames! El “prianismo” ya se les subió a la cabeza.
Y el caso de la señora que ahora vive en Madrid, después de exigirle a España que se disculpara por la Conquista, es la cereza del pastel. ¿O sea, te la pasas criticando al “imperio español”, pidiendo que se disculpen por lo que pasó hace 500 años, y ahora vives en el país que tanto odias? Eso se llama vivir del cuento, mis amigos. Y del cuento español, en este caso.
Así que, mis estimados, si la “Cuarta Transformación” es una telenovela, a mí me parece que ya estamos en la temporada de “El Show de los Excesos”. Y, parafraseando a un clásico, “como dice el dicho: el pez por la boca muere”, o en este caso, por las bolsas de marca, los viajes en avión privado y los gritos en el Alcohólimetro. ¡Hasta la próxima!


































