¿Gobernar o presumir? Lo que hay detrás de Morena

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¿Para qué elegimos a los gobernantes si no es para resolver los problemas del país? Esa es la pregunta del millón que nos hacemos todos los días en el baño —porque, seamos sinceros, ahí es donde reflexionamos sobre nuestro triste destino—. Y aquí estamos, en un país donde parecería que las elecciones son más una pasarela de modas para subir selfies con el filtro del «gobernante exitoso» que un proceso para elegir a quienes realmente se echen el trompo a la uña y enfrenten los retos que nos aquejan.

Parece que en Morena decidieron que ser gobernador, senador o diputado no es más que un pase VIP a la sala de los lujos. Sí, amigos, mientras los pobladores se quejan de que los transportistas no tienen seguridad, los agricultores claman por apoyos y los jóvenes buscan chamba, nuestros queridísimos representantes están más ocupados sacándose selfies con el nuevo coche de lujo que acaban de comprar, presumir su viaje a Europa o mostrar un plato de comida gourmet en Instagram. ¡Vaya que se la han pasado bien!

Y cuando se les pregunta por los problemas que aquejan al pueblo, no hay más que el clásico «todo lo malo es culpa del pasado». Sí, claro, el pasado es como un mal novio que nunca se va; siempre aparece en el momento más inoportuno, dispuesto a echar a perder la fiesta. Pero lo que no pueden ver es que el presente está hecho un desastre y que, por más que culpen a Peña Nieto, a Calderón o a cualquier otro, la gente necesitada sigue sin ver los resultados de su «gobierno».

¿Y qué tal las promesas de cambiar las cosas? Como cuando dicen que van a mejorar el campo. ¡Claro! Pero en lugar de soluciones, solo ofrecen discursos llenos de aire caliente. Las carreteras están llenas de agricultores con pancartas, mientras los de Morena se dan la buena vida, disfrutando sus aguacatitos en restaurantes de lujo. ¡Pero qué caray! Solo les falta una canción de Luis Miguel para completar el cuadro.

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Los jóvenes que buscan empleo, los transportistas que ven cómo hasta la policía los extorsiona y los agricultores que ven sus cosechas secarse no necesitan palabras bonitas; lo que necesitan son actos, acciones, soluciones, y algo de esa perra responsabilidad que parece haberse extraviado en el camino. En vez de eso, lo que les llega son eco de risas y cuentas de Instagram mostrando cómo vivir a lo grande.

Así que ¿para qué elegimos a nuestros gobernantes? Uno pensaría que para resolver problemas, no para hacerse ricos a base de selfies y promesas vacías. Pero en este espectáculo donde los políticos son las estrellas y el pueblo es solo parte de la escenografía, se hace evidente que lo que menos les importa es atender las demandas de la gente.

En resumen, queridos lectores, elegimos a los gobernantes para que nos ayuden a vivir mejor, no para que se conviertan en influencers de la «buena vida». ¿Cómo dirían en el rancho? Lo que se ve no se mide, pero lo que no se hace, ni se come. Y entre gobernantes de Morena, parece que el único que se llena la panza… es el ego.

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