Sabías que la mayoría de nosotros no conocemos el peso de las nubes

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¿Sabías Que una nube promedio, ¡esa que ves flotando tan tranquila en el cielo azul, como si fuera de algodón de azúcar!, puede pesar la friolera de un millón de toneladas? Sí, has leído bien: ¡mil millones de kilogramos! Este dato suena tan loco que es difícil de creer, sobre todo porque la vemos moverse sin esfuerzo, ¿verdad?

La cosa es que una nube no está hecha solo de vapor de agua. Está compuesta por millones y millones de minúsculas gotitas de agua y cristales de hielo. Aunque cada gotita individual es diminuta y muy ligera, cuando se juntan en esa enorme concentración que llamamos cúmulo, ese peso se suma y el resultado es asombroso.

Imagina un elefante adulto. Ahora imagina mil de esos elefantes. Multiplica eso por mil… y aún te quedas corto para igualar el peso de una nube de tamaño mediano.

Entonces, ¿por qué no caen al suelo como una roca? Aquí viene la parte más cool: la clave está en el aire caliente ascendente y las corrientes que las mantienen a flote. Las gotitas son tan pequeñas que la resistencia del aire es suficiente para que se mantengan suspendidas, en un equilibrio dinámico con el aire que sube desde la Tierra. La nube no es un objeto sólido, sino una colección de partículas que están constantemente cayendo muy lentamente, pero son reemplazadas por nuevas partículas, ¡o empujadas de nuevo hacia arriba! Solo cuando esas gotitas crecen mucho, se hacen demasiado pesadas para la resistencia del aire y caen: ahí es cuando tenemos lluvia o granizo. Así que, la próxima vez que mires una nube, recuerda que estás viendo un coloso que puede pesar un millón de toneladas levitando sobre tu cabeza. ¡Es la magia insólita de la física atmosférica!

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