Los recortes y el relevo empresarial

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Lo importante es añadir valor agregado propio y no sólo ensamblar. Pero no se trata de sólo proponer una cruda sustitución de importaciones.

El recorte al gasto público de 124 mil millones de pesos anunciado hace unos días, 30% del gasto corriente y 60% de inversión, repercute dentro y fuera del país. Las muchas obras de infraestructura canceladas por el gobierno pueden rescatarse con los recursos con que cuenta el sector privado. Así lo ha dejado entender el presidente del CCE. Los empresarios podrían tomar su debido lugar dentro del gran esfuerzo nacional echando a andar, en coordinación con el gobierno, una variedad de desarrollos sectoriales y regionales cancelados.

Las inversiones de la IP pueden dirigirse a las áreas donde ahora no alcanzan los dineros públicos utilizando la Ley de Asociación Público-Privada, publicada el 17 de enero de 2012, dando así reglamentación y certeza a la inversión privada en muchas obras de infraestructura.

Es el caso del canal seco transístmico que está destinado a convertirse en un primordial centro industrial y de servicios para el país y toda América Latina. El aumento del comercio internacional, especialmente con países asiáticos, da una alta prioridad a esa interconexión. El momento actual es igualmente propicio para una estrecha coordinación empresa-Estado para realizar desarrollos pendientes como el del sureste, el Bajío, así como las tres “zonas económicas especiales” recién anunciadas por el gobierno.

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Por otra parte, hay que corregir la desvinculación en que ha caído nuestro comercio exterior de su función promotora de producción al depender demasiado de la actividad ensambladora. Mucho de la estadística de exportación no es sino una simple concentración de información sobre esa actividad sin realidad productiva.

70% de la producción industrial se cubre con insumos de fuera. Es por eso que más de 50% de la población económicamente activa se encuentra en la informalidad, esperando ser empleada. Así el desarrollo mexicano no será nunca firme.

Las exportaciones de manufacturas han alcanzado cifras impresionantes, más de 350 mil millones de dólares el año pasado. El alto porcentaje de insumos importados desaprovecha el potencial que radica en nuestra mano de obra actualmente dedicada al ensamblaje con desperdicio de creación de empleos nuevos.

Los componentes industriales que más importamos, medidos en millones de dólares anuales, son electrónicos, 45 mil; eléctricos 20 mil 700; autopartes 19 mil 163; químicos 17 mil 300; manufacturas de plástico 10 mil 945; metalmecánica 8 mil 356 y aerospacial dos mil 465. ProMéxico nos dice que sólo 12% de las exportaciones es contenido nacional mientras que sólo 33% de la producción manufacturera lo es.

Lo importante es añadir valor agregado propio y no sólo ensamblar. Pero no se trata de sólo proponer una cruda sustitución de importaciones, como equivocadamente suele decirse, sino aplicar la capacidad e ingenio de nuestra mano de obra para ofrecer al mercado nacional y foráneo un producto mejor integrado.

El desarrollo económico y social del país debe idearse como labor mancomunada. Los grandes proyectos iniciados por el gobierno no tienen que abandonarse en la coyuntura actual si la inversión privada, sea nacional, extranjera o mixta, puede realizarlos.

El drástico recorte presupuestal del gobierno marca la gran oportunidad para que los empresarios asuman, con su conocida capacidad financiera y técnica, la parte que les corresponde dentro del gran esquema de programas de desarrollo que el momento actual les ofrece.


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