La danza que sueña la tortuga, universo doméstico que respira poesía

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El telón del Teatro Orientación Luisa Josefina Hernández se alzó el 3 de octubre de 2025, ante un público expectante, para una noche de celebración teatral: el estreno de La danza que sueña la tortuga –texto que Emilio Carballido Fentanes (Córdoba, Veracruz, 22 de mayo de 1925 – Xalapa, Veracruz, 11 de febrero de 2008) escribió a los 29 años– que se considera una de las joyas del teatro nacional.

Bajo la dirección de Nohemí Espinosa, el montaje rinde homenaje al autor veracruzano en el marco de los 100 años de su natalicio, en una producción de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) y la Coordinación Nacional de Teatro.

Ambientada en Córdoba, Veracruz, en los años cincuenta del siglo pasado, la historia revela las tensiones domésticas y los sueños truncos de las hermanas Moredia (Rocío y Aminta), dos mujeres solteras que, vigiladas por su hermano Víctor, viven atrapadas entre la represión y el anhelo.

Carballido retrata con lucidez y ternura el papel de la mujer en una sociedad que apenas comenzaba a cuestionar sus propias estructuras patriarcales. “Cuando leí la obra me enamoré de ella”, confesó la directora al finalizar la función. “Nos lleva más allá de la mente y el corazón; nos conduce a las raíces. Vemos a nuestras tías, abuelas o hijas en estos personajes. Nos enseña a mirar desde otro lugar, desde la resiliencia y los sueños que siguen adelante”.

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Un universo doméstico que respira poesía

El diseño escénico, creación de Mauricio Ascencio y Ángel García, convierte la casa familiar en un organismo vivo: paredes que respiran melancolía, luces que transforman la cotidianidad en memoria, sonidos que evocan el eco de un pasado que todavía nos habita. La iluminación, también a cargo de Ascencio, junto con la musicalización de Juan Pablo Villa, logra una atmósfera envolvente, en la que la nostalgia convive con la esperanza.

Al público, que abarrotó la sala, lo envolvió el ambiente de una casa veracruzana de los años cincuenta: un refrigerador antiguo, una máquina de coser, un teléfono de disco, los cigarrillos y refrescos de la época. Cada objeto parecía tener vida propia. Todo en el escenario, desde los cuadros familiares hasta los tonos sepia de las paredes, estaba dispuesto para rendir tributo a la obra de Carballido.

“El resultado es una puesta de una estética visual excepcional, en la que el espectador no solo observa, sino que habita la casa de los Moredia”, se escuchó comentar entre el público al término de la función.

Además, el elenco –Sonia Couoh, Carmen Mastache, Omar B. Betancourt, Cris Ramos, Jorge Zárate, Erika de la Llave, Berenice Riosè y Yadira Pérez Esteban– ofrece interpretaciones de enorme sensibilidad, en las que el humor y la tragedia se entrelazan con naturalidad.

Una comedia que desnuda al México íntimo

El relato, que podría ser una tragedia, se sostiene en el fino humor con el que Carballido desmenuza los conflictos familiares. Las risas del público fueron constantes, pero no para aligerar el drama, sino para hacerlo más humano.

“Me encantó, sentí la historia tan cercana como si se tratara de mi propia familia, de mi tía o de mi abuela”, comentó Julián, uno de los asistentes. Isabel, espectadora en primera fila, dijo entre lágrimas: “Sentí tanta empatía por Rocío… quise saltar al escenario para salvarla”.

Otros asistentes coincidieron en que la obra es “un espejo de los afectos y silencios heredados”, y una espectadora resumió: “Salí pensando en cómo hemos cambiado tan poco; los personajes de Carballido siguen siendo nosotros”.

De igual manera, durante la función inaugural, el coordinador Nacional de Teatro, Luis Mario Moncada, recordó la vigencia del autor veracruzano: “Cien años se dicen fácil, pero lo que hemos visto hoy es un recorrido que nos espejea con ese pasado que no está tan lejano. Emilio Carballido escribió teatro por más de 60 años y siempre fue un agudo observador de la realidad. A pesar del tiempo, nos sigue diciendo cosas, seguimos reflejándonos en él y todavía tiene mucho que decirnos”, comentó.

Moncada adelantó que, como parte de la conmemoración, la Coordinación Nacional de Teatro presentará Un vals sin fin por el planeta, precuela de La danza que sueña la tortuga, escrita quince años después, pero, en cronología, cinco años antes en la narrativa de los personajes.

De acuerdo con Nohemí Espinosa, más que una comedia de enredos, La danza que sueña la tortuga es un espejo del México íntimo, en el que las risas esconden la soledad y la rutina se vuelve resistencia.

“A ellas y a todas las mujeres de nuestras familias les dedicamos este proyecto”.

La danza que sueña la tortuga continúa sus funciones en el Teatro Orientación Luisa Josefina Hernández del Centro Cultural del Bosque, del 2 de octubre al 23 de noviembre de 2025, jueves a sábado a las 19 h y domingos a las 18 h (suspende funciones: del 9 al 12 de octubre y los días 1, 2, 13, 14, 15 y 16 de noviembre).

Asimismo, la puesta en escena forma parte del Circuito Cervantino y se presentará los días 11 y 12 de octubre en el Teatro Cervantes de Guanajuato, en el marco del 53 Festival Internacional Cervantino (FIC).


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