¡Órale, carnales! Aquí andamos, días después del 2 de octubre de 2025, con el Zócalo todavía oliendo a humo de petardos y pintura fresca de pintas. Como cada año, la marcha por Tlatelolco –esa herida que no cierra desde el ’68– empezó con banderas, gritos de «¡Justicia!» y un chorro de recuerdos dolorosos. Pero, como relojito, ahí llegaron los encapuchados: esos fantasmas negros que saquean Bodegas Aurrerá, rompen vidrios de Comex, lanzan piedras a la poli y hasta le dan castañazos a reporteros y camarógrafos. No es nuevo, eh: pasa en el 8M, con las feministas marchando por derechos, y de repente ¡pum!, autos quemados y sucursales de Starbucks hechas trizas. ¿Coincidencia? En redes, la gente no se lo traga. Esto es puro off the record: rumores, chismes y sospechas que corren como reguero de pólvora en X, donde el pueblo suelta la sopa sin filtros.
Arrancamos con las teorías clásicas. Un montón de tuiteros opositores juran que estos vándalos son «grupos de choque» pagados por Morena o el gobierno de la CDMX. «Son traídos en camiones desde el centro, apadrinados por Clara Brugada», dice una usuaria que jura haberlos visto salir de callejones cercanos al Palacio Nacional. ¿El fin, según estos comentarios? Desacreditar las protestas genuinas, pintar a los manifestantes como «delincuentes» y justificar represión con gas lacrimógeno. «Es para que Sheinbaum diga ‘miren el caos de la oposición'», tuitea un anónimo que dice ser testigo en Tlatelolco ayer. Y no paran: hasta culpan a Adán Augusto o al mismísimo AMLO de orquestarlo todo, como si fuera un remake de los Halcones del ’71. Pura especulación, claro, pero con miles de likes.
Del otro lado, los morenistas revirean con saña: «¡Son panistas y priístas encapuchados, mandados por Xóchitl o Alito para sacar raja política!». Hay videos virales de supuestos «azules» abrazando a los black blocs en marchas pasadas, como en el 8M del 25, donde Alessandra Rojo de la Cuauhtémoc posó con ellos post-vandalismo. «Quieren que la gente piense que las feministas son terroristas, para que voten por el PAN en las próximas elecciones», escribe un usuario con foto de un «güero» organizador, pidiendo que la SSC lo identifique. Otros van más lejos: «Es el narco infiltrado, o hasta el PT en Teuchitlán armando desmadre para distraer de la reforma judicial». ¿Fines? Desviar atención de la impunidad, justificar más militares en las calles o simplemente cobrar piso en el caos, como esos que extorsionan comerciantes en Juárez.
Y no falta el que dice: «Son anarquistas independientes, hartos del sistema, pero sin jefe fijo». O el conspiranoico: «La CIA o el FBI, para desestabilizar a la 4T». En X, los hilos explotan con memes de capuchas y hashtags como #EncapuchadosPagados, acumulando views de millones. Pero ojo, amigos: esto son trascendidos de redes, no hay pruebas en la mano. La FGR no suelta prenda, y la poli solo «contiene» sin arrestos masivos. ¿Quién los financia de verdad? ¿Gobierno, oposición o puro desmadre oportunista que daña causas nobles como Tlatelolco o el #MeToo? Mientras, los verdaderos manifestantes pagan el pato: menos cobertura, más estigma.
En fin, en este México de sombras, los rumores son el pan de cada día. ¿Se destapará el coco? Sigan la pista en sus timelines. Yo, aquí, sigo escarbando lo no confirmado.
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