Testimonios de Narco en EE. UU.: ¿Afectará electoralmente a Morena?

El creciente número de líderes de cárteles mexicanos extraditados a Estados Unidos se ha convertido en una variable de peso en el panorama político de México. Si bien las extradiciones  han sido una constante en la relación bilateral, la magnitud de las recientes entregas y, sobre todo, la naturaleza de los acuerdos de cooperación a los que se adhieren estos capos, proyectan una sombra particular sobre el sistema político mexicano. La posibilidad de que sus declaraciones como testigos protegidos revelen lazos con la clase política no es una mera conjetura, sino un riesgo latente que podría tener un impacto significativo, especialmente en el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum y su partido.

Capos protegidos

La figura del «testigo protegido» en el sistema judicial estadounidense es una herramienta poderosa. A cambio de una reducción sustancial de sus sentencias o incluso la libertad, los narcotraficantes se comprometen a cooperar con la fiscalía, proporcionando información que puede ser crucial para desmantelar redes criminales y perseguir a sus cómplices. La reciente declaración de Ismael «El Mayo» Zambada, al declararse culpable y reconocer haber sobornado a «políticos y policías», resalta esta dinámica. Aunque sus declaraciones no han sido hechas públicas en su totalidad, la mera mención de sobornos a gran escala en su historial criminal es una señal de alarma para la élite política mexicana.

Con más de 55 extradiciones de altos mandos en 2025 —incluyendo 29 en febrero y 26 en agosto, bajo presión de la administración Trump—, estos testimonios podrían desestabilizar al gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum y al partido Morena, especialmente en el contexto de elecciones locales y federales pendientes. La información proviene de reportes judiciales estadounidenses, declaraciones públicas y análisis de inteligencia, destacando cómo las revelaciones sobre corrupción podrían erosionar la legitimidad de la Cuarta Transformación (4T) y alterar el panorama electoral.

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El caso más emblemático es el de Ismael «El Mayo» Zambada, cofundador del Cártel de Sinaloa, quien el 25 de agosto de 2025 se declaró culpable en una corte federal de Brooklyn a cargos de conspiración de racketeering y operación de una empresa criminal continua. Durante su audiencia, Zambada admitió haber dirigido el tráfico de al menos 1,500 toneladas de cocaína desde 1989 hasta 2024, generando cientos de millones de dólares anuales. Más crítico aún, confesó que su organización «promovió la corrupción pagando sobornos a policías, comandantes militares y políticos» en México para operar libremente. Aunque su abogado, Frank Pérez, negó cualquier acuerdo de cooperación, expertos en el Departamento de Justicia de EE.UU. indican que tales declaraciones podrían derivar en testimonios detallados sobre nexos con funcionarios de la 4T, similar a lo que hizo su hijo Vicente Zambada en el juicio de Joaquín «El Chapo» Guzmán en 2019, donde reveló sobornos mensuales de hasta un millón de dólares a altos cargos mexicanos.

Este patrón se repite en otros extraditados. Rafael Caro Quintero, cofundador del Cártel de Guadalajara y extraditado en febrero de 2025, enfrenta cargos por el asesinato de un agente de la DEA en 1985 y tráfico de drogas. Documentos judiciales sugieren que su testimonio podría exponer alianzas históricas con políticos en Sinaloa y Guerrero, regiones clave para Morena. De igual modo, Abigael González Valencia, líder de Los Cuinis (aliado del Cártel Jalisco Nueva Generación, CJNG), extraditado en agosto, ha sido vinculado a lavado de dinero que involucra a funcionarios locales. Estos líderes, ahora potenciales testigos protegidos bajo el programa del Servicio de Marshals de EE.UU., podrían detallar cómo financiaron campañas electorales o protegieron operaciones a cambio de impunidad, un eco de investigaciones pasadas como la de la DEA en 2010-2011 sobre donaciones del Cártel de Sinaloa a campañas de López Obrador en 2006.

Efectos

El efecto de estas declaraciones en México puede ser multifacético. En primer lugar, existe un potencial de desestabilización política. Las acusaciones directas de un narcotraficante de alto perfil contra funcionarios o políticos de cualquier nivel podrían generar un terremoto mediático y judicial. Aunque las pruebas deban ser corroboradas, el simple hecho de la acusación crea un clima de desconfianza y polarización. Para el gobierno en turno, esto representa un reto significativo, ya que podría verse obligado a defenderse de señalamientos que, sin importar su veracidad, son difíciles de desmentir ante la opinión pública.

En segundo lugar, el impacto se sentiría en el ámbito electoral. En un país donde la percepción de la corrupción es un factor determinante en el voto, las declaraciones de un testigo protegido podrían ser utilizadas por la oposición para debilitar al partido en el poder. La campaña electoral de 2027 podría verse afectada por un juicio en Estados Unidos. La narrativa de «corrupción en el pasado» podría ser actualizada a «corrupción sistémica que continúa», afectando la imagen de Morena y de la propia presidenta Sheinbaum. El argumento de que «el que nada debe, nada teme», como ha sido expresado por miembros de su partido, puede no ser suficiente para calmar el nerviosismo si las acusaciones son lo suficientemente detalladas y creíbles.

Finalmente, este escenario subraya la interdependencia de la política y el crimen organizado en la historia reciente de México. La extradición de capos y su posterior cooperación con las autoridades estadounidenses no solo es un acto de justicia penal, sino también una herramienta geopolítica. El gobierno de Estados Unidos puede utilizar esta información como palanca en negociaciones sobre seguridad, migración y comercio. La justicia estadounidense, al procesar a estos criminales, no solo busca desmantelar cárteles, sino también exponer la red de corrupción que les permite operar, una red que se extiende hasta las esferas más altas del poder.

Impacto electoral

El impacto en el gobierno de Sheinbaum es inminente. Desde su toma de posesión en octubre de 2024, ha enfrentado presiones bilaterales de Trump, quien designó a seis cárteles como organizaciones terroristas en enero de 2025 y amenazó con aranceles del 25-30% si México no coopera en extradiciones y decomisos. Sheinbaum ha respondido con operativos agresivos, como el decomiso de 1.2 toneladas de fentanilo y más de 6,500 armas desde octubre de 2024, pero los testimonios podrían revelar complicidades en estados gobernados por Morena, como Sinaloa (bajo Rubén Rocha Moya) o Guerrero. Informes de la ONU y el Departamento de Estado de EE.UU. estiman que los cárteles controlan el 35% del territorio mexicano, generando hasta 50 mil millones de dólares anuales, con infiltración en la política local que ha escalado la violencia: más de 170,000 homicidios desde 2018.

En el ámbito electoral, el daño a Morena podría ser profundo. Las elecciones de 2024, las más violentas en la historia con al menos 30 candidatos asesinados, ya expusieron la influencia de cárteles en contiendas locales, donde controlan plazas para extorsión y contratos públicos. Con Morena gobernando 24 de 32 estados, testimonios sobre sobornos podrían desencadenar escándalos que erosionen su base en regiones como Michoacán, Guerrero y Tamaulipas, donde el CJNG y Sinaloa compiten ferozmente. Analistas del Wilson Center y el Global Initiative Against Transnational Organized Crime advierten que revelaciones sobre «pactos» con la 4T —similar a acusaciones pasadas contra Adán Augusto López en el caso «La Barredora»— podrían polarizar el voto, beneficiando a la oposición (PAN-PRI) en elecciones intermedias de 2027. Además, la fragmentación interna de Morena, con disidentes como Gibrán Ramírez criticando «imposiciones» de candidatos ligados a mafias, se agravaría, potencialmente dividiendo al partido y reduciendo su supermayoría en el Congreso.

En conclusión, la presencia de líderes del narco mexicano como testigos protegidos en Estados Unidos no es un tema de justicia aislada, sino un factor de gran relevancia en la política interna de México. La posibilidad de que sus testimonios revelen lazos con funcionarios públicos representa un desafío directo para el gobierno actual y podría influir en el futuro político del país, afectando la percepción pública, la estabilidad y el discurso electoral.

Estos testimonios representan una amenaza existencial para Sheinbaum y Morena, al exponer la permeabilidad del sistema político mexicano al crimen organizado. Aunque el gobierno ha logrado extradiciones para evitar aranceles y acciones unilaterales de EE.UU. —como drones o intervenciones militares autorizadas por Trump—, la falta de reformas judiciales profundas perpetúa la impunidad. México requiere una estrategia integral: fortalecer la autonomía de la Fiscalía General de la República, transparentar financiamiento electoral y desmantelar redes de corrupción local. Sin ello, los cárteles no solo sobrevivirán, sino que profundizarán su influencia, socavando la democracia y exacerbando la violencia que ya ha cobrado más de 460,000 vidas desde 2006.


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