Muchos nos preguntamos por qué no hay marchas y manifestaciones ante la censura, inseguridad, desabasto y demás

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¡Órale, banda! Aquí su Redactor Irreverente, listo para echar el chismecito sabroso que anda rondando por las benditas redes. Resulta que un montón de ustedes, mis estimados y finísimos lectores, andan con la duda existencial: ¿Por qué no hay marchas ni zafarranchos contra el gobierno, si ya nos traen en la mira con eso de espiarnos, censurarnos, dejarnos sin medicinas y con la inseguridad a todo lo que da? ¿Será que a nadie le importa o qué fregados?

Miren, mis chavos, la neta es que la pregunta es buena, ¿o no? Porque uno ve la película y parece que estamos en el país de la Cenicienta, donde todo es miel sobre hojuelas. Pero la realidad, mis cielas, es otra historia. ¿Será que la gente anda muy ocupada en el chismecito de la Kardashian o en ver quién se cae en TikTok, que ya no le da tiempo de preocuparse por el Gran Hermano que nos está viendo hasta el alma?

O chance y nos volvimos masoquistas. ¡Quién sabe! A lo mejor nos gusta que nos traigan cortitos, que nos chequen el celular, que nos digan qué podemos decir y qué no. Es como cuando tu jefa te quita el control de la tele porque estás viendo puras tarugadas, pero en versión gubernamental, ¿me entienden? Y lo de las medicinas, ¡ah, esa es la cereza del pastel! Ya casi nos dan un boleto para el más allá con eso de «no hay», «se acabó» o «vaya a la esquina a ver si encuentra». ¡Y uno, con su dolor de cabeza a punto de explotar, pues qué hace!

La verdad es que a veces uno piensa que ya no hay de qué preocuparse, que todo es culpa de los «fifís» o de los «chairos» o de la luna llena. Pero la realidad es que a la hora de las patadas, los madrazos nos tocan a todos, sin distinción de colores ni credos.

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Entonces, ¿por qué no hay marchas? Pues, mira, mi estimado, a lo mejor es que ya nos dimos cuenta de que gritar no sirve de mucho, o que ya estamos tan hartos que preferimos echarnos una caguama y lamentarnos en silencio. O peor tantito, que ya nos compraron con una despensa o con una beca, y pues, así quién protesta, ¿verdad? Total, ¿para qué tanto brinco estando el suelo tan parejo?

Pero no se me agüiten, mis querubines. La esperanza muere al último, y la verdad, si seguimos así, capaz que un día nos levantamos y el país ya lo vendieron en Mercado Libre. Y ahí sí, ¡a ver quién chilla!